Como cada año en estos días de cercanía de la primavera, nos referimos a la celebración del día 8 de marzo como Día de la Mujer. En las Orientaciones Pastorales Diocesanas 2016-2021, presentadas el 24 de enero de 2017 en el marco del Encuentro de Pensamiento Cristiano por D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Auxiliar de Sevilla, tras la apertura llevada a cabo por Monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla, se invitaba, siguiendo al papa Francisco, a ser «contemplativos del pueblo» , y en el documento se destacaba, entre otras relevantes cuestiones, la valoración de la dignidad de la persona y la repulsa de las injusticias. Sobre este esencial documento, profundo, necesario y oportuno en la coyuntura actual, volveremos más veces en el blog.
Pero en esta ocasión nos referiremos a la mujer. Cuando una sociedad sufre, quienes más lo hacen son las mujeres, y también los niños. Hoy la mujer sufre en el mundo. En los países en guerra o los que sufren daños ambientales, en nuestras injustas fronteras abrazando a sus hijos, ateridas de frío. En los países con hambre, o en los que se atenta contra los derechos humanos. Hay un ataque global contra la dignidad de la mujer que hay que denunciar, junto con la repulsa más contundente ante las injusticias que sufren.
Pero España no se libra de la repulsa. Violencia de género, muerte, violencia, tráfico de mujeres, brecha salarial, pobreza energética, dificultad para alcanzar puestos de responsabilidad, paro, mujeres jóvenes con futuro incierto, mujeres mayores sin consuelo, contratos basura, dificultad para la conciliación, acoso sexual, y un largo etcétera que no nos deja en buen lugar como sociedad. No vivimos en un país justo. Y los católicos tenemos mucho que hacer para cambiar esto. Se nos invita a actuar. Sabemos el camino, el Evangelio nos lo muestra, una sociedad sin discriminaciones ni inequidades, donde se une más que se separa, sin odios, con encuentros y abrazos. Si somos «contemplativos del pueblo», como nos piden el Papa y nuestro Arzobispo, no podemos permanecer callados ante la injusticia que sufre hoy, en el siglo XXI la mujer en España. Ojalá la celebración del Día de la Mujer no tuviera un sesgo reivindicativo, y solo fuera un homenaje a su esencial papel en la sociedad. Si leemos el Evangelio, llama la atención cuantas parábolas y hechos relatados tienen como protagonista a la mujer. Y pensemos en María y su ejemplo. Jesús respetaba y reconocía de forma continua a la mujer y su papel, en una sociedad que el Hijo de Dios deseaba cambiar. Deseo un muy feliz cumpleaños a las mujeres que celebran el día el 8 de marzo el día que nacieron, junto con todas la mujeres en este Día de la Mujer de 2017. Que la mirada esperanzada de cualquier mujer se torne en una realidad justa y feliz.