El árbol ha sido siempre un importante símbolo respetado en todas las culturas. Desde el día 7 de mayo y durante un mes podemos visitar en la Fundación Amalio, Plaza de Doña Elvira 7, la exposición Paisajes con alma, del andaluz imprescindible Amalio García del Moral. En ella podemos percibir la presencia del árbol en nuestra vida, como una plegaria continua al Creador, especialmente con la visión de «Río nemoroso de oraciones» y «Desde la puerta de mi estudio».
En la obra poética de Amalio se transpira una oración permanente. En su libro El Pan en la mirada (Canciones del pueblo andaluz) se puede leer, y transcribo en prosa: «Dios no juega al escondite, fantasma oculto en la noche, presente está en los humanos, …, y se quedó encerrado en rostros trabajadores, …, es Aquel que los árboles repone». O, en Testamento de luz, encontramos: «La voz del árbol, sólida, callada, los ojos la perciben y su eco torna al ciprés, …, espiritual alcor de la mirada». Dios, árbol y paisaje, en un mundo humano, a veces, muchas veces, sufriente que recoge el artista universal y nos deja para siempre. En los Evangelios Canónicos se recoge la presencia del árbol, con parte del paisaje y como símbolo. Solo aparecen tres con sus nombres: olivo, higuera común y sicómoro.
El árbol aparece en momentos trascendentes; mudo testigo, símbolo perpetuo. El olivo acompaña a Jesús en la noche donde se inicia su Pasión, y lo acompaña en su íntima soledad. Seguro que Jesús los miraba en la oscuridad del monte. El sicómoro, otro tipo de higuera, es el árbol al que se sube Zaqueo, un publicano rico, cuando Jesús entra en Jericó. Se sube, aprovechando que desarrolla ramas muy bajas, porque quiere verlo y su estatura no se lo permite. Jesús lo ve y le dice: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Zaqueo le replica que dará a los pobres la mitad de lo que tiene, y si defraudó a alguien anteriormente le dará el cuádruple. Jesús responde que la salvación ha llegado a su casa. Qué claro mensaje en estos tiempos, donde tantos sufren por la codicia de unos pocos, como dice el Papa Francisco. El tercer árbol citado con su nombre es la higuera común. Dice Jesús: » Y de la higuera aprended el ejemplo: cuando ya su ramaje está tierno y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca; de la misma forma también, vosotros, cuando veáis que estas cosas suceden, sabed que él está cerca, a las puertas. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán». Tenemos necesidad de las palabras de Jesús para hacer un mundo mejor, palabras que inspiran también, en esa tarea, a poetas y pintores.