La celebración del Día del Padre constituye un evento internacional cuyo origen parece que se remonta a 1909 en Estados Unidos, iniciándose en España en 1948. En los últimos años, hemos visto celebrar días para innumerables cosas, unas veces son celebraciones alegres y otras, quizás las más, reivindicativas. Así tenemos, por ejemplo, el Día Universal del Niño el 20 de noviembre, el Día de la Mujer el 8 de marzo, el Día de la Familia el 15 de mayo, el Día de la Madre normalmente el 1 de mayo coincidente con el Día del Trabajo y el Día del Padre el 19 de marzo. En los últimos tiempos, hemos puesto mucho énfasis, de forma justificada, en el Día de la Mujer y el Día de Madre, pero no podemos olvidar al padre de cada familia. Muchos padres crían solos a sus hijos y también sufren en tiempos aciagos por sus hijos e hijas, padecen migraciones forzadas y soportan inequidades sociales. Por ello, deseamos muchas felicidades en este día a todos los padres del mundo.
No es casual que el Día del Padre se celebre en la festividad de san José, modelo de esposo y padre para los cristianos, y también obrero trabajando para su familia en el marco de la comunidad. En los Evangelios Canónicos, solo aparece su figura en los Evangelios de Mateo y Lucas, debido a la cronología temporal utilizada en el relato evangélico. Ambos evangelios dedican una parte sustancial de la infancia de Jesús a relatar el papel esencial de José con María y el marco de la Sagrada Familia. En los dos Evangelios donde figura la presencia de san José es siempre en relación con los tiempos anteriores a la vida pública del Hijo de Dios. San José tiene un papel esencial, comprendiendo su labor y cuidando a la Virgen María y al Niño Jesús, como un buen padre. Quizás su desaparición del relato evangélico posterior a la infancia de Jesús tiene que ver con su muerte. Según algunos investigadores san José, debió morir a los 50 años antes de que comenzara la vida pública de Jesús. Entre los Evangelios Apócrifos, la figura de José aparece en los denominados Evangelios de la Natividad de Jesús y los Evangelios de la Infancia de Jesús. Tomando el relato evangélico de Mateos y Lucas, José es muy importante, primero en su relación con María y luego en el marco de la Sagrada Familia. José es el artífice de la migración forzada de la Sagrada Familia a Egipto, sufriendo persecución como sufren muchas familias hoy en muchas partes del mundo por las injustas guerras que genera la ambición humana. La sagrada Familia entre los emigrantes, perseguidos y exilados del mundo.
Hay muchos padres ayudando a sus familias hoy en territorios en conflicto como Ucrania, Siria, Afganistán, Irak, Libia, franja de Gaza, Etiopia, Sáhara Occidental, Sahel, Yemen, Myanmar. Igualmente, hay padres ayudando desesperadamente a sus familias en los barrios descartados de las ciudades españolas. Los padres se merecen un día de celebración y reconocimiento.
Volvamos a la vida de san José. De acuerdo con Monseñor Narcis Jubany, en su libro La Virgen María en la vida cotidiana, manifestando que “la reflexión creyente de José lo lleva a colaborar con Dios en la creación del espacio familiar que ha de recibir y cuidar al Hijo de Dios hecho hombre”. En el libro Hablar con Dios. Meditaciones para cada día. Tomo I. Adviento. Navidad, Epifanía, de Francisco Fernández Carvajal, hay capítulos dedicados a José, manifiesta que “toda la gloria y la felicidad de san José consistió en haber sabido entender lo que Dios quería de él, y en haberlo llevado a cabo fielmente hasta el final”. José era un obrero y Jesús era conocido entre sus vecinos como el hijo del artesano. José le transmitió su oficio, Jesús fue también un obrero en su tiempo. San José comprendió, como lo hacen todos padres, que la razón de su vida era ese Niño. Nos indica también Fernández Carvajal, en el libro citado, que entre José y María había “cariño santo, espíritu de servicio, comprensión y deseo de hacerse la vida feliz mutuamente”. Hay mucho de eso hoy entre las parejas en el seno de la familia. Es necesario hablar de la ignominia de la violencia de género, que algunos denominan violencia familiar, pero también debemos aterrizar sobre los numerosos ejemplos de vida familiar similar a la que llevaban José y María, llena de amor, comprensión y cariño, proyectado sobre los hijos. También Francisco Fernández Carvajal, en su libro Hablar con Dios. Meditaciones para cada día. Tomo IV. Tiempo Ordinario (2), manifiesta que, para las personas de nuestro tiempo, como para los de cualquier época, “la figura de san José constituye una figura entrañable cuya vocación y dignidad admiramos, así como fidelidad en servicio de María y Jesús, su familia”.
Durante muchos años, José fue el maestro de Jesús, como lo son los padres hoy de sus hijos. La sociedad debe favorecer esta labor de los padres hacia los hijos, cuestión que no parece debida a la sobrecarga de trabajo para poder llevar adelante sus familias, o peor, la ausencia de trabajo. Las condiciones materiales de la sociedad favorecen, o no, la labor de los padres, la vida de las familias. La transformación de la sociedad a un modelo más justo es hoy imprescindible ante las inequidades existentes. Los cristianos debemos colaborar para ello, cada uno desde donde esté, ya que el modelo de vida que seguimos es el modelo evangélico, impregnado del amor que José dedicó a María y a Jesús. En Amoris laetitia Sobre el amor en la familia, el papa Francisco nos habla de ese ecosistema de amor, entrega, ternura y generosidad que constituye la familia.
Felicidades a todos los padres y también a todos los que llevan el nombre de José, figura esencial de la Sagrada Familia. Deseo en esta festividad de san José felicitar a la familia del Opus Dei por la significación que tiene este día para ellos.