Seguimos en este blog desgranando el mensaje del Papa Francisco que encierra la Exhortación Apostólica Christus Vivit. En este post hablaremos de la vocación, que el contenido del capítulo octavo de la Exhortación.
En la Exhortación Gaudete et exsultate, el Papa proponía “hacer resonar el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”. Es un gran reto, una llamada universal a la santidad cada uno en su tarea, incluidos los jóvenes. Leer el Evangelio y pensar en la vocación de santos que debemos cultivar, desde la oración y los hechos. Manifiesta el Papa que “lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad”.
Debemos colaborar en hacer que los jóvenes, en el mundo real que vivimos, cultiven la amistad con Jesús en su vida. Para ello es imprescindible mostrar el mejor Evangelio, como dice el Papa Francisco. Una invitación a la lectura no ocasional del Evangelio, en el que hay una historia, “una historia de amor que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno”, de acuerdo con el Papa, que nos recuerda que la vida de Jesús no es “una salvación colgada en la nube esperando ser descargada”, “ni una aplicación nueva por descubrir, ni “un ejercicio mental fruto de técnicas de autosuperación”, tampoco “un tutorial con el que aprender la última novedad”.
La salvación que Dios nos ofrece, incluida en el Evangelio, es “una invitación a formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias, que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos”. Conviene meditar esta idea del Papa Francisco por parte de los jóvenes y también por parte de todo el pueblo de Dios, en definitiva, la humanidad. Ser para los demás, la vocación misionera que inspira el Evangelio, para desarrollar también en la vida diaria, tiene que ver con “nuestro servicio a los demás”. De acuerdo con el Papa Francisco “nuestra vida en la Tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda”.
En el puzle de la sociedad, “en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad”. Aquí se incluyen muchas vocaciones que hay que reconocer. Pero no olvidemos la vocación universal a la santidad, a través del camino evangélico, necesaria para transformar una sociedad y alcanzar en la Tierra el deseable escenario de un bien común generalizado.