La vida en el planeta favorece a la propia vida, somos un planeta donde la evolución de la vida tiene que ver con los cambios ambientales que genera la propia vida y facilitan su evolución y diversificación desde el inicio de la Creación. El ficus de la Parroquia de San Jacinto es actualmente objeto de noticia y polémica en relación con su posible tala. Su origen se remonta a 1913, cuando la Orden Dominica lo trae de Puerto Rico, con lo cual, tiene unos 120 años, uno de los árboles de mayor edad de la ciudad y que debería formar parte del Catálogo de Árboles Monumentales de Sevilla.
El ejemplar de Ficus macrophylla tiene un valor patrimonial muy importante, un valor histórico, pero también ecológico. El árbol en cuestión genera importantes servicios ecosistémicos, de nuevo surge la idea de una vida soportada por la propia vida. Forma parte de la memoria paisajística del barrio, facilita biofilia, fomenta biodiversidad (es receptor de especies de aves diurnas y nocturnas), genera oxígeno, secuestra dióxido de carbono, elimina partículas nocivas de la atmósfera del barrio, absorbe óxidos de nitrógeno, minimiza la generación de ozono troposférico, disminuye el efecto de isla térmica. Vemos que este monumental ejemplar tiene un importante papel en el barrio y la ciudad, generando un medio ambiente mejor para todos. Por lo tanto, se deben hacer todos los esfuerzos precisos para su conservación sin que genere ningún problema.
El problema emana de una petición de tala del árbol tras no llegar a un acuerdo de mantenimiento entre la Orden Dominica y el ayuntamiento de Sevilla. Desde el ayuntamiento se argumentó que no está en suelo de propiedad municipal y, por ello, no corresponde el mantenimiento al ayuntamiento. Los dominicos dicen que no lo pueden mantener, con lo cual, piden al ayuntamiento que lo haga. Un árbol de estas características necesita mantenimiento y vigilancia, es cierto, pero hay que tener en cuenta los servicios que presta a la ciudad. Todos los árboles monumentales necesitan un plan especial de mantenimiento que se debe abordar, porque forman parte del patrimonio natural de la ciudad. En teoría, su tala disminuye la calidad del barrio y puede incrementar determinadas patologías en la ciudadanía debido a la perdida de limpiador natural de la atmósfera del barrio. Este ejemplar no tiene mantenimiento ni vigilancia, aparentemente, desde 2012. En 2021 ocasionó un grave percance por rotura y caída de una rama, con heridos. Esto no debe suceder. Por ello, resulta esencial que se llegue a un acuerdo satisfactorio entre la parroquia y el ayuntamiento que conduzca a su permanencia y correcto mantenimiento por el bien del barrio y de todas las personas que acuden a la parroquia, ya que su tala sería un hecho ecológico y socialmente grave que Sevilla no debe propiciar.
Manuel Enrique Figueroa