Nuestra referencia esencial son los Evangelios canónicos. En los días de Navidad, y ya llevamos siete años escribiendo en este blog siempre nos ha gustado recordar lo que se dice de los pastores y los Magos en dichos Evangelios. El porqué es claro ya que fueron los primeros en ver al Niño Dios nacido, a Jesús de Nazaret en la cueva de Belén. En el Evangelio de San Mateo si aparecen los magos procedentes de oriente, sin especificar su número, pero no los pastores. En el Evangelio de San Marcos, no aparecen ni los magos ni los pastores. En el Evangelio de San Lucas si aparecen los pastores pero no los magos de oriente. En el Evangelio de San Juan, ni pastores ni magos. Es decir, los magos de oriente solo aparecen en el Evangelio de San Mateo, y los pastores solo se muestran en el Evangelio de San Lucas. Cuando de pequeños, con nuestros padres montábamos el belén familiar, aparte de la Sagrada Familia estoy seguro que para todos los pastores y qué no decir de los magos de oriente, nuestros entrañables Reyes Magos eran una parte importante del belén.
Los que aún conservamos la tradición del belén familiar, y transmitimos la tradición a nuestros hijos e hijas también prestamos mucha atención a los pastores y los magos. Raro es el belén familiar donde, además de la presencia de pastores junto a la Sagrada Familia, en la cueva o portal junto al buey y el asno, no aparecen figuras que recuerdan el anuncio del ángel a los pastores. Y, por supuesto los magos de oriente, nuestros Reyes Magos de siempre. Normalmente es nuestras casas, vamos acercando los Reyes Magos al portal conforme transcurre el tiempo de Navidad. Son costumbres que no debemos perder y con ello recordar a nuestros hijos e hijas, y los amigos y familiares, el significado transcendental de todo esto. Cada año la Navidad supone una nueva oportunidad para decidir ayudar a cambiar una sociedad que no necesita, quizás hoy más que nunca en los últimos tiempos, donde el miedo líquido, la incertidumbre social y económica y la desconfianza impregnan la realidad social.
En la portada del número 288, correspondiente a enero, de nuestra querida revista metropolitana Iglesia en Sevilla, aparece la frese del Evangelio “Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”, en relación con los magos de oriente, que podemos encontrar en el Evangelio de San Mateo. Merece la pena leer el relato evangélico de los magos en San Mateo (Mt, 2, 12). El día 6 de enero celebramos la Epifanía del Señor, es decir la manifestación de Dios nacido, de Jesús de Nazaret, al mundo. Con la Epifanía, la manifestación de Dios Nacido a los magos de oriente, nuestros Reyes Magos, nace la posibilidad de comprender el mensaje de Jesús de Nazaret al mundo, un mensaje transmitido a lo largo de su vida y especialmente en los tres años de su vida pública. Cuando uno mira el mundo es inevitable pensar ¿Qué no hemos comprendido del mensaje de Jesús? ¿Por qué no resulta el camino transformador de la sociedad? Quizás debamos meditar esto el día de la Epifanía donde Dios se manifiesta al mundo en cercanía material.
El libro de Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, dedica un extenso párrafo a los pastores. Nos relata el Papa Emérito, que “Los primeros testigos del gran acontecimiento son pastores que velan. Mucho se ha reflexionado sobre el significado que puede tener el que sean precisamente los pastores los primeros en recibir el mensaje. Me parece que no es necesario emplear demasiado talento en esta cuestión. Jesús nació fuera de la ciudad, en un ambiente en que por todas partes en sus alrededores había pastos a los que los pastores llevaban sus rebaños. Era normal por tanto que ellos, al estar más cerca del acontecimiento, fueran los primeros llamados a la gruta. Naturalmente se puede ampliar inmediatamente la reflexión: quizá ellos vivieron más de cerca el acontecimiento, no sólo exteriormente, sino también interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el acceso al misterio de Dios”. Los pastores no eran precisamente la clase dirigente acomodada de la zona, al revés quizás fuese considerados descartados de una sociedad más opulenta. Todo un símbolo, Dios se muestra primero a los más pobres. Todo el mensaje posterior de Jesús de Nazaret se basa en la idea de la importancia de los pobres, los desgraciados, los descartados, frente a una clase dirigente, a poderes políticos, económicos y sociales que no piensan en ellos como debieran en razón al poder que ejercen. Cuando se analiza el mundo actual, próximo y lejano, me temo hay graves coincidencias.
Giovanni Papini, en su libro, Historia de Cristo, dedica un apartado a los pastores. Dice el autor citado “Viven los pastores casi siempre solitarios y apartados. Cualquier hecho que ocurra en su vecindad los conmueve. Estaban en vela cuidado sus rebaños durante la noche larga del solsticio cuando vinieron a sacudirlos la luz y las palabras del Ángel”. Y sigue el libro citado “Y apenas distinguieron en la penumbra del establo a una mujer joven y hermosa que contemplaba en silencio a su hijito, y se estremeció su corazón”. También dedica Papini un trozo del libro a los tres magos. Y manifiesta Papini: “Los Magos, que se tenían por sabios que los Reyes, se encontraron con un niño de pocos días, con un niño que no sabía aún preguntar ni contestar, con un niño que, cuando fuese mayor, desdeñaría los tesoros materiales y la ciencia de lo material”. Para Papini, estos magos de oriente, representaban el papel del espíritu en medio de un mundo que vivía para lo material. Por ello, dice Papini, “Es justo pues que viniesen a inclinarse delante de Jesús. Esta tercera fuerza, la del saber, se postra de rodillas en el establo de Belén, después de Haberlo hecho las bestias, que representaban la naturaleza y los pastores que son el pueblo”. Lúcido análisis de un hecho sencillo que vemos cada Navidad en nuestros belenes familiares la adoración de los pastores y los Reyes Magos. La Epifanía, representada este próximo 6 de enero, por la adoración de los Reyes Magos consideramos es un momento de meditación, al igual que lo fue la adoración de los pastores. Que la oportunidad de camino de transformación de la realidad personal y social que nos brinda cada Navidad sea una realidad, el mundo lo necesita, a escala local y global.
Dice Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret, en el apartado dedicado a los magos de oriente: “Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los «Magos» venidos de «Oriente»”. También manifiesta que: “en el relato de san Mateo sobre los Magos, la sabiduría religiosa y filosófica es claramente una fuerza que pone a los hombres en camino, es la sabiduría que conduce en definitiva a Cristo”. Y nos da el papa Emérito una explicación que complementaria a otras dadas anteriormente en este texto: “los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo”. El oro, el incienso y la mirra, que ofrecen los magos a Jesús, por otro lado oportunísimos para una familia que no era rica, tiene un sentido de acuerdo con la tradición de la Iglesia, y también es recogido por Benedicto XVI, con tres aspectos de la vida y el misterio de Jesús: el oro haría referencia a la realeza de Jesús, el incienso al Hijo de Dios y la mirra al misterio de su Pasión. La estrella, que también tiene un lugar de privilegio en nuestros belenes familiares, es importante en el relato de la venida de los magos. El reconocimiento de la estrella por parte de los magos de oriente, recogida en el Evangelio de Mateo, está ligado al carácter de la estrella su carácter mismo: la estrella se hace reconocer milagrosamente por ellos como signo del recién nacido (de acuerdo con Giuseppe Riccioti en su obra, extensa e interesante, Vida de Jesucristo, de 1944). Un apartado importante en la venida de los magos es el encuentro con Herodes. Don Jesús Arellano nos dejo un libro muy bello, editado en 2011, que lleva por título Los Reyes Magos son de verdad. En dicha obra nos habla de la Epifanía de la forma que sigue: “En Belén, se había realizado un gran misterio, una parte del gran misterio de Cristo. La Encarnación de Dios había consumado una de las dimensiones de su plenitud: la Epifanía”. Epifanía, como ya hemos indicado en este texto, significa manifestación. El sentido evangélico es que Dios, Niño aún, se manifiesta al mundo. De acuerdo con Arellano, “a la luz de la llamarada de la Epifanía, una llamarada purificante, los seres humanos surgen desde los senos de la Historia, desde la lejanía de todos los lugares, para formar con el Hombre-Dios un solo pueblo, una gran familia divina”. El mensaje de Jesús, recogido en el Evangelio, iniciado en Belén, nos muestra el camino para establecer una gran familia, universal, solidaria, equitativa donde la paz sea una realidad para vivir en este mundo que nos ha sido dado y para el que no debería haber sitio para todos aquellos que nos alejan del bien común, de la fraternidad, de la paz y de la alegría compartida. Deseamos que este 6 de enero, Epifanía del Señor, se el inicio de una manifestación global del mensaje de Jesús de Nazaret en todos los corazones.
Manuel Enrique Figueroa