El pasado miércoles fue Miércoles de Ceniza con el que se inicia el Tiempo de Cuaresma, un tiempo especial en el que la Iglesia invita especialmente a la meditación, la penitencia, el perdón, el encuentro y la comprensión de nuestros misterios esenciales.
El Arzobispo de Sevilla, Don Juan José Asenjo Pelegrina, presidió la Misa de Imposición de la Ceniza, una Eucaristía muy especial que abre un tiempo de esperanza. Esta es la décima Cuaresma en la que nos ilumina D. Juan José Asenjo Pelegrina y esperemos que sean muchas más que lo tengamos como Pastor en unos tiempos manifiestamente turbulentos pero que hacen más claro aún el mensaje de Jesús de Nazaret que el Arzobispo de Sevilla transmite con tanta claridad y sencillez.
En el Semanario Católico de Información Alfa y Omega, que acompaña al ABC cada jueves, en el número 1060 del 15 de febrero, aparece un editorial con el título Una epidemia llamada soledad. Nos manifiesta que «la soledad es una de las peores epidemias en las sociedades occidentales contemporáneas, probablemente la que más certeramente define el tiempo presente. En España viven solas 4,5 millones de personas, es decir, el 10% de la población». Quizás en una consecuencia del relativismo que nos trajo la posmodernidad. Pero hay otra soledad muy preocupante, la soledad existencial.
En un mundo hiperconectado analicemos la angustia de soledad que sufren muchas personas, consoladas por un móvil al que se agarran como última esperanza de encuentro. Pensemos en este inicio de Cuaresma en la soledad que vivió Jesús de Nazaret en algún momento de su pasión redentora y establezcamos los lazos necesarios en un mundo que necesita una mayor conexión basada en la Fe, la Esperanza y la Caridad, en un mensaje evangélico donde están todas las respuestas a las preguntas que se hace un mundo confuso.