Sigo dando vueltas a la petición de nuestro Arzobispo, don Juan José Asenjo Pelegrina, sobre la implicación de los católicos en la vida pública, en la gran política como nos pide el Papa Francisco. El último Encuentro de Pensamiento Cristiano, de junio de 2016, al que ya me he referido con anterioridad en este blog, lo concluye con claridad. Debemos intervenir desde nuestra perspectiva social y visión trascendente basada en el Evangelio. Debemos transmitir alegría, ilusión y alimentar sueños, los sueños de los demás individuales y colectivos para una vida mejor y más profunda.
El periodista Luís Benítez (Huelva, 1986) quiere desarrollar un proyecto que ha denominado ‘La Vuelta al Mundo en 80 Sueños‘. Plantea un viaje alrededor de todo el mundo, recorriendo los cinco continentes, donde se cruzará con personas de diferente cultura, raza, edad, religión y circunstancias económicas explorando sus sueños. Es importante pensar que en todos los lugares del mundo hay gente que sueña, a pesar de las circunstancias. Lo vemos cada día, y el papa Francisco lo ha denunciado: migrantes ambientales y sociales, por guerra y pobreza, miseria, descarte. ¿Dónde fueron los sueños de las personas que viven la inequidad actual? ¿Donde están los sueños de esos migrantes que no queremos? Nuestra sociedad impide soñar y también contamina los sueños de muchas personas a través de la globalización actual, simplificadora e interesada, y del relativismo.
Me resulta estimulante que haya personas como Luís Benítez que quieran poner de manifiesto los sueños ajenos, esos sueños que no debemos contaminar ni impedir. Su trabajo nos permitirá conocer en qué sueñan diferentes personas del mundo. Debemos contribuir como cristianos a mantener los sueños de los demás, los individuales de cada uno, tienen derecho, y los colectivos también encaminados a una sociedad más justa. El Evangelio de Jesús nos ayuda a mantener viva la llama de los sueños.