La COP25 forma parte del conjunto de reuniones entre cumbres, que tienen una frecuencia de 5 años, denominadas reuniones de las Partes, donde están representados más de 250 países (las Partes) para deliberar sobre el Cambio Climático y sus soluciones. El Papa Francisco ha dicho que el verdadero rostro del amor es la misericordia. Cuando analizamos las noticias podemos observar que falta misericordia con el planeta y sus criaturas en el mundo actual, con guerras, hambre, sed, injustas y no queridas migraciones, pobreza, atentados contra la infancia, contaminación, aire envenenado, desigualdades, ciudades donde los lo que crece más es la pobreza, afrentas a las mujeres, enfermedad y Cambio Climático, por citar algunos desastres.
El Papa nos regaló un importante alegato sobre nuestra casa común con su Carta Encíclica Laudato Si`. El mundo sería distinto si se llevasen a la práctica los mensajes de la Encíclica, un baño del buen evangelio de Jesús para los problemas de la humanidad, incluido el Cambio Climático. En las últimas semanas hemos asistido al lamentable espectáculo de la COP25, la conferencia que incluye a numerosos países, casi 300, para dar soluciones a la emergencia climática. El documento que se debería haber debatido como base intelectual en la COP25 es la Encíclica del Papa Francisco.
Tras el fraude ambiental del Acuerdo de París de 2015, donde no se acordó nada realmente relevante para frenar el calentamiento global, fue una huida hacia el futuro, nos llega el bochorno de Madrid, otra huida hacia el año que viene en Glasgow, generando un año más de sufrimiento e incertidumbres para el planeta y un avance mayor hacia un Cambio Climático sin solución. ¿Estamos en un punto de no retorno o aún estamos a tiempo de actuar? Es una vergüenza ver como los países más ricos no se alinean planteando soluciones reales ante este grave problema mientras los pobres sufren. ¿Dónde está la misericordia, base del amor, por la que clama el Papa Francisco?
El coste en huella de carbono de la reunión COP25 es incompatible con la emergencia que vivimos si tenemos en cuenta además que no se ha concluido nada. Otra vez reunidos los políticos diciendo que quieren cambiar el mundo. Pero, en realidad, ¿Qué hace desde el punto de vista práctico y sin demora en sus municipios, autonomías y países? Ninguna de las grandes cuestiones ha sido resuelta en la COP25, citemos algunas: poner freno a las emisiones de gases de efecto invernadero, dar un plazo real para frenar el Cambio Climático con acciones que merezcan la pena más allá de la buena voluntad de cada uno, regular el mercado de carbono o generar una bolsa económica para los países más dañados por el Cambio Climático.
El Papa Francisco ha determinado que existe el pecado contra el medio ambiente. Muchos países pecan contra el medio ambiente, y también los políticos que no lo cuidan con su gestión y los agentes económicos que les importa más el capital desmedido, siempre creciendo al precio de dolor que sea, que la humanidad doliente y el planeta sufriente en su conjunto. Una pena, un olvido del buen Evangelio de Jesús. La reunión de Madrid COP25, es un auténtico pecado colectivo contra el planeta, nuestra casa común. Deseamos que el mensaje de Jesús, que vuelve a nacer cada Navidad, nos inspire todo el año para conseguir la transformación necesaria para un mundo mejor. Que Jesús, Dios Vivo, inspire a los que toman decisiones, el mensaje está ahí solo hay que leerlo y actuar.