Entre el 1 y el 3 de mayo, en plena primavera fecunda de colores y olores, celebramos dos efemérides muy importantes. El día 1 celebramos el Día del Trabajo, y el 3 el Día de la Madre. Comencemos por la ternura. Las madres se han ganado, con todo mérito, tener su día. Su papel en la sociedad es indispensable y sufrido, abnegado, generoso. Aunque más reconocimiento haría falta. Muchas madres tienen que ser madres de sus hijos, e hijas de madres y padres dependientes, con un papel doble: como madres cuidadoras, y además, en muchos casos trabajando fuera del hogar sacando horas de donde difícilmente hay. Resulta ejemplarizante como las madres, en los peores escenarios, muestran su amor y su sonrisa para atenuar penas y males en un derroche de amor sin límites, sin pedir nada a cambio. En todos los conflictos, hay madres que sufren. En los escenarios más oscuros, en su corazón guardan la felicidad de la maternidad.
¿Cuántas madres actualmente no pueden dar a sus hijos todo los bienes materiales e incluso alimentos que quisieran? ¿Cuántas madres son expulsadas de su hogar por poderes financieros, mediante desahucios infames, que quieren ganar más dinero
todavía a costa del sufrimiento ajeno? ¿Cuántas mujeres querrían ser madres y no pueden por su situación material?
María, madre de Jesús, ejemplo de mujer y madre, estuvo siempre cerca de él. Desde que guardaba su infancia en el corazón, pasando por su vida pública, testigo de su mensaje, hasta su agonía. Ninguna madre debería ver morir a sus hijos. Alegría y sufrimiento; las madres tienen ambas experiencias. Celebremos este 3 de mayo alegrándonos por las madres del mundo y pidiendo que sean bendecidas por su generosidad. Y por esas madres del mundo consagrado que contribuyen, con su oración y trabajo, a que se implante la alegría del Evangelio en un mundo que lo necesita.
Sigamos con algo esencial, el trabajo. El día 1 de mayo es el Día del Trabajo. Festejamos este día cuando a mucha gente le falta. Por eso, este día es de reivindicación de ese bien necesario para la dignidad humana, como dice el Papa Francisco. Hay muchos hogares en el umbral de la pobreza, con pobreza energética, hogares con todos sus miembros en paro, jóvenes sin haber trabajado nunca, adultos que no encuentran trabajo. Y todo por una economía que mata, que adora el dinero, en una crisis que nos hace profundizar en las diferencias, nos recuerda el Papa Francisco.
Madre y Trabajo en la primera semana de mayo. Pidamos en este día por todas las madres del mundo, por las madres de nuestra tierra, esas mujeres que cada día hacen el mundo mejor, y pidamos también trabajo digno para todos los que lo necesitan y no lo tienen; y porque se mueva el corazón de aquellos que pudiendo generar empleo no lo hacen. Que la luz del Evangelio, el mensaje de Cristo, les llegue, y no contribuyan, como dice el Papa Francisco, a la cultura del descarte y la desigualdad.