El 26 de julio se celebra el día de santa Ana, que casada con Joaquín fue la madre de María, y por ello la abuela materna de Jesús. No hay representaciones de santa Ana con Jesús adulto, por lo que se podría deducir que murió durante la juventud de Jesús. Seguro que fue un ejemplo de abuela y que ayudó a la educación de Jesús y le proporcionó buenos recuerdos.
Los abuelos han sido siempre esenciales. Todos tenemos recuerdos entrañables de esas venerables personas. Hoy los abuelos constituyen un pilar esencial de la familia y su mantenimiento en el marco de crisis que vivimos. Si antes ayudaban, ahora más. En el último número de Iglesia en Sevilla (74) Manuel Mateo se pregunta ‘¿Cómo trata nuestra sociedad a los mayores?’ En su artículo se manifiesta esta sociedad parece estar proyectada sólo para la eficacia, no tiene en cuenta la riqueza de la ancianidad. Una sociedad en donde no hay lugar para los ancianos, en donde se descartan, como dice el papa Francisco, porque crean problemas y son una carga, es una sociedad enferma. Todos tenemos recuerdos de nuestros abuelos, nuestros hijos recuerdan a los suyos con amor porque lo merecen por su sensibilidad, entrega y desprendimiento.
El desapego con los mayores es un indicador más de una descomposición social que los cristianos estamos llamados a frenar. Acompaña este comentario una foto de un amanecer, cedida por mi querido amigo Cesáreo, y simboliza el inicio necesario de un nuevo día con mayor solidaridad y paz, y también con la alegría del Evangelio, nuestra mejor inspiración, en el que nuestros mayores tengan el lugar que merecen. En el día de santa Ana, recordemos que fue la abuela de nuestro Señor Jesús.