El capítulo séptimo de la Carta Encíclica Fratelli Tutti lleva por título “Caminos de reencuentro”. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, reencontrar es volver a encontrar, o bien recobrar cualidades perdidas cuando nos referimos a una persona. Un camino es una vía, un sendero, un espacio que nos lleva a otro, en el sentido que le damos en la vida diaria. Caminos de reencuentro nos indica vías de recobrar algo o de encontrar de nuevo. En el mundo hay mucho desencuentro a todos los niveles, a veces incluso en la célula esencial de la comunidad, es decir, la familia. Hay desencuentros políticos continuos, solo hay que ver la televisión. También los hay entre países, y se genera mucho dolor. El desencuentro significa siempre sufrimiento, desgaste, pérdida de cosas esenciales. Nos dice el Papa Francisco que en muchos lugares del mundo hacen falta caminos que lleven a cicatrizar heridas, por lo que se necesitan artesanos de paz que generen procesos de sanación y encuentro.
En España todavía hay heridas abiertas a costa de la guerra civil, no hace falta un reencuentro. En el mundo hay países en conflicto que no encuentran el camino de la paz. Tenemos un problema con los migrantes que huyen de horrores variables, que ellos no han causado, y piden asilo. Quizás los países más favorecidos tengan que reencontrarse con la misericordia. Reencuentro no significa volver al momento anterior a los conflictos, ya que el dolor y el enfrentamiento nos han cambiado. El Papa nos habla de una memoria penitencial, capaz de asumir el pasado para liberar el futuro. La verdad, la justicia y la misericordia son esenciales para construir la paz, y cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad. La búsqueda común de la paz es necesaria, el camino hacia la paz puede unir a muchos en pos de búsquedas comunes donde todos ganan. En el mundo natural, en la casa común, hay mucha cooperación y mutualismo, hay ayuda mutua también en el marco evolutivo. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Es una profunda consideración del Papa.
Muchas veces nos ha hablado el Pontífice de la superación de lo que divide y también de la singularidad de cada uno, una identidad propia que hay que respetar, un sentido de pertenencia a algo, el esfuerzo duro por superar lo que nos divide sin perder la identidad de cada uno, supone que en todos permanezca vivo un básico sentimiento de pertenencia. Porque nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa, ninguno está excluido. Vivimos en un mundo, una sociedad, donde abunda el desencuentro y el descarte. No es admisible la sociedad que hemos construido y que mantenemos en este primer tercio del siglo XXI. En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, ¿por qué el modelo de la familia no se proyecta al estado, a los grupos de estados y al mundo globalizado? La familia sigue siendo el modelo a seguir, y es general en todo el reino animal. Los que tenemos el privilegio de estudiar la Naturaleza, vemos como en cada especie el milagro de la familia luce cada día. Alegrías y penas compartidas, ¡Eso si es ser familia! Y expresa el Papa Francisco: si pudiéramos lograr ver al oponente político o al vecino de casa con los mismos ojos que a los hijos, esposas, esposos, padres, madres, qué bueno sería. ¿Amamos nuestra sociedad o sigue siendo algo lejano, algo anónimo, que no nos involucra, que no nos compromete?
El Papa es consciente, y lo explicita en su discurso, que muchas de las grandes transformaciones de la historia han sido realizadas por individuos comprometidos, cada uno juega un papel fundamental en un único proceso creador. No pensemos que nuestro esfuerzo de cada día por un mundo mejor, cada uno en su puesto, en su tajo, en su realidad, no contribuye a la transformación de la realidad para alcanzar una sociedad mejor para todos. El Papa Francisco debería ser leído por todos. No hay punto final en la construcción de la paz social de un país, sino que es una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. No puede haber paz social sin una justa distribución de la riqueza, una realidad donde cada familia tenga lo que necesite, no puede haber verdadera paz social mientras haya tantos pobres y descartados. El Papa Francisco, con sus escritos, nos da mucho material para pensar, por ejemplo: La procura de la amistad social no implica solamente el acercamiento entre grupos sociales distanciados a partir de algún periodo conflictivo de la historia, sino también la búsqueda de un reencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables. El Papa llama la atención sobre actitudes de respuesta a la inequidad, a veces denominadas antisistema por el poder establecido, cuando dice: Si a veces los más pobres y los descartados reaccionan con actitudes que parecen antisociales, es importante entender que muchas veces esas reacciones tiene que ver con una historia de menosprecio y de falta inclusión social. Y añade el Papa con gran claridad: Quienes pretenden pacificar a una sociedad, no deben olvidar que la inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten la paz. El Papa Francisco lleva defendiendo el desarrollo humano integral desde hace más de cinco años, y el mundo ha ido a peor en este mismo tiempo. ¿Por qué el poder y las finanzas no entienden la idea? ¿Por qué la idea del Papa no se implanta de forma generalizada? Y el Papa Francisco puede ser más claro todavía: Cuando una sociedad – local, nacional o mundial- abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales, o de inteligencia, que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Es un aviso muy claro. ¿Son la violencia y la ruptura procesos normales de una sociedad? ¿Realmente el ser humano es un lobo para el ser humano? ¿Son la lucha, la discriminación y la violencia los únicos caminos para la evolución de la sociedad que hemos establecido? Nos dice el Papa: Algunos prefieren no hablar de reconciliación porque entienden que el conflicto, la violencia y las rupturas son parte del funcionamiento normal de una sociedad.
No vamos bien mientras se considere que el perdón y la reconciliación es cosa de débiles. Alguien dijo una vez que la puerta del Reino de los Cielos tiene tres cerraduras que se abren con tres llaves que son el amor, la gratitud y el perdón. Nuestro pensamiento cristiano rezuma de perdón y reconciliación, el Evangelio, el Buen Evangelio de Jesús está lleno de ejemplos que pueden inspirarnos, el perdón y la reconciliación son temas fuertemente acentuados en el cristianismo. Para el Papa, perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás, quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia, precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama. El Papa manifiesta que no es tarea fácil superar el amargo legado de injusticias, hostilidad y desconfianza que dejó un conflicto, pero se puede conseguir venciendo al mal con bien y cultivando las virtudes que favorecen la reconciliación, la solidaridad y la paz.