Monseñor Asenjo se despidió de la Archidiócesis de Sevilla el pasado sábado, en una misa en la Catedral de Sevilla que fue tan sencilla como su persona y también tan grande como la fe, la esperanza y el amor que ha traído a la ciudad de su vida. Los últimos doce años, Don Juan José Asenjo Pelegrina ha vivido con nosotros en Sevilla dejando una impronta personal como pastor que ha calado en el alma de la ciudad. Don Juan José forma parte del alma de esta ciudad de las mil caras, de acuerdo con la frase de Don Juan Espadas, Alcalde de Sevilla. Nuestra ciudad es un enclave múltiple, diverso, poliédrico, como diría Federico Fellini, y D. Juan José supo verlo. La visión de la realidad de esta bendita ciudad fue percibida por nuestro Arzobispo Emérito en sus años de episcopado. La ciudadanía de Sevilla es sencilla y la forma igualmente sencilla de realizar su labor, tanto humana como trascendente, ha permitido que mucha gente sienta a D. Juan José como su querido Arzobispo.
En la Homilía de la Eucaristía de su despedida, celebrada en el altar del Jubileo de la Catedral de Sevilla, nuestro Arzobispo Emérito manifestó su agradecimiento. El agradecimiento es una de las llaves del Reino de los Cielos. En esta celebración de despedida había personas, pero hubiese habido mucha más si no fuera por los tiempos que vivimos. También en la calle había muchas personas que querían manifestar a Don Juan José su agradecimiento y cariño.
Pero nuestro Arzobispo Emérito no se marcha. D. Juan José Asenjo se queda con nosotros. Es una magnífica noticia por varios motivos. Considero que puede ser una gran ayuda para el nuevo Arzobispo de Sevilla, Monseñor José Ángel Saiz Meneses, un Arzobispo que viene de una ciudad muy diversa y múltiple como es Terrassa, ciudad que conozco bien y aprecio. La experiencia urbana adquirida en Terrassa por nuestro nuevo Arzobispo puede ser muy útil para una ciudad con matices y necesidades similares como es nuestra Sevilla, pero también con características singulares y diferenciales. Pero lo importante son las personas, con necesidades materiales y espirituales similares. Creo que el diálogo entre nuestro Arzobispo Emérito y nuestro también nuevo Arzobispo será muy bueno para la ciudad.
Los ciudadanos de Sevilla podremos seguir recibiendo la formación y el consuelo que nos ha brindado siempre D. Juan José. Seguro que lo veremos pasear por Sevilla y podremos compartir con él parte de nuestra vida en un momento.
Dijo Don Juan José en su despedida, que realmente no lo es porque lo seguiremos teniendo como Arzobispo Emérito, me despido de la Iglesia de Sevilla, a la que quiero seguir sirviendo con el lenguaje discreto pero eficacísimo de la oración por todos sus miembros. En la plegaria, queridos hermanos y hermanas nos encontraremos cada día. Nos plantea en esta frase la importancia de la oración, un leguaje eficaz. Y pienso que es un gran mensaje, la esencialidad de la oración. Ese Ave María, o ese Padrenuestro o esa Salve a nuestra Madre, rezadas como agradecimiento, o para pedir algo para alguien, a quien quizás no conocemos cuando vemos algún sufrimiento en las calles de la ciudad. Sinceramente, nunca olvidaré una Salve rezada junto a D. Juan José.
Jesús de Nazaret nos dijo que siempre que nos reunamos a rezar estaría con nosotros. Nuestro Arzobispo Emérito se queda en Sevilla y rezará por la ciudad y sus habitantes. Recemos nosotros también con la misma intención, y Dios estará con nosotros junto con D. Juan José en Sevilla en cada momento para siempre.