En el mundo rezan muchas personas. La manifestación de la idea de Dios y la trascendencia del ser humano tiene muchas formas identificadas por diferentes religiones. Nuestro planeta tiene actualmente unos 7.600 millones de seres humanos. El 83,6% de la humanidad está filiado a alguna religión. Según datos recientes el 16,4 de los seres humanos no está afiliado a ninguna religión; y el 0,8% a religiones minoritarias. En relación con las religiones de carácter mayoritario el cristianismo tiene 2.300 millones de creyentes, el 31,4% del total planetario de los mismos. La segunda religión con más creyentes es el islam con 1.700 millones (23,2%), seguida de hinduismo (1.100 millones; 15%), budismo (520 millones; 7,1%) y judaísmo (15 millones; 0,2%).
¿Qué quiero indicar con estos datos? Pues es sencillo, hay muchas personas que debidos a su creencia rezan de formas quizás distintas. La fuerza de la oración debe cambiar el mundo y dirigirlo hacia un futuro de paz y armonía. En la oración hay amor y el amor es semilla de esperanza. De acuerdo con el catecismo de la Iglesia Católica, la oración conduce al recogimiento del corazón, manifiesta una actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios. El Catecismo contiene una cita a San Juan Damasceno: la oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes. La oración para el cristiano es comunión con Cristo y existe una llamada universal a la oración.
De acuerdo con el Papa Francisco, la Creación es un proyecto de amor de Dios hacia la humanidad. Cuando pensamos en la Creación no solo hay que pensar en los gorriones, los osos o los linces, o en cualquier planta en peligro de extinción. Claro que hay que pensar y también rezar por el conjunto de la Naturaleza, no tenemos ningún derecho que justifique nuestro continuo ataque hacia ella. El ser humano, que sabe que es y que está, que es consciente de su historia y su papel en ella, debe velar por la vida, por el conjunto de lo creado.
Pero también debemos velar por nosotros mismos, por nuestra especie, y parece que no lo hacemos. Solo hay que ver la televisión, escuchar la radio o leer la prensa para ver el abuso del ser humano por el propio ser humano, el desprecio de unos por otros.
Es cierto, la Creación necesita de nuestra oración, y especialmente el ser humano.