Lectura del santo Evangelio según Lucas (6, 36-38)
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Comentario
Dad y se os dará
Dios no le pone diques a su misericordia, que rebosa, que empapa la tierra y riega los corazones de quienes tratan de imitarlo. Es un embalse permanentemente abierto del que mana compasión a raudales. En ese camino de imitación, Jesús establece una gradación en cinco pasos: juicios, condenas, perdones, dones y medidas. Como cinco escalones que el misericordioso debe subir para estar más cerca del modelo divino, ya que se nos hace imposible igualarlo. El primer peldaño es el del juicio, el de la consideración que tenemos de los demás; y todavía cabría incorporar un escabel previo: el de los prejuicios. A la compasión en los juicios de valor del prójimo, le sigue la misericordia en la reprobación de sus actos, salvando siempre a la persona, disculpando siempre; a este le sigue el perdón, que supone involucrarse en aceptar la remisión de la ofensa recibida; el siguiente paso implica considerar al otro como lo que en realidad es: un don, un regalo que viene a nuestra vida. El último paso de este «camino de perfección» conlleva dar sin medida, al modo que nos alcanza el amor de Dios: locamente, sin freno, todo de una vez.