SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria (B)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo  (13, 47-53)

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran

Comentario

El significado de la parábola de la red es muy cercano al del trigo y la cizaña. También en el copo -bien que lo saben todos los pescadores, también los del lago Tiberiades de tiempos de Jesús- entran ejemplares de especies aprovechables y morralla que no tiene ninguna salida en la lonja. Pero del mismo modo que es imposible distinguir el trigo de la cizaña en su fase de crecimiento, tampoco resulta factible abrir la red a unos peces sí y cerrarla a otros. No hay manera. Sólo el juicio de los pescadores determina cuáles de los ejemplares se lleva a vender y cuáles se desechan sin más porque no tienen valor en el mercado. La metáfora es hermosa, porque la red se arrastra por el lecho marino y todos los peces van entrando en ella hasta que se dictamine si merece la pena fijarles un precio o no sirven para nada. Sólo el juicio del Supremo Juez verá, en su infinita misericordia, quién es digno de entrar al banquete celestial y quién habrá de ser echado al fuego eterno.  

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