Lectura del santo Evangelio según Mateo (7, 7-12)
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.
Todo el que pide recibe
La reina Ester, que se nos presenta en la primera lectura, oró en soledad a Dios cuando se cernía la amenaza de la muerte sobre el pueblo judío. Despojada de todo el aparato de la corte persa, es solo una pobre mujer sola pidiendo por los suyos. Esta lectura ilustra a la perfección la actitud que Jesús quiere inculcar en sus discípulos en la oración de intercesión, la que hacemos en favor de otros. ¡Tantas veces nuestra oración es una retahíla de deseos y frustraciones propias! ¡Y encima nos quejamos de que no se nos cumplen! Por eso hay que ir descubriendo al buen Dios poco a poco, porque nunca defrauda, porque atiende los ruegos de sus hijos perseverantes que confían en la voluntad misericordiosa del Padre para obtener de él el alimento y no una piedra. La oración es diálogo confiado. Pero con una confianza a tumba abierta tal que la reina Ester enseña.