Lectura del santo Evangelio según san Mateo (10, 37-42)
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
El que no carga con la cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí.
Comentario
Señor Jesús: los apegos nos atan.
Lo sabemos muy bien.
Nos atan nuestros bienes ideológicos y emocionales.
Nos atan nuestros refugios en las riquezas y en las relaciones.
Nos atan nuestras raíces y nuestras identidades.
¡Sólo tú puedes liberarnos de nuestras filias tan humanas…
tan demasiado humanas
que nos blindan bolsillos, cabeza y corazón!
Señor Jesús: la falta de confianza nos bloquea.
Lo sabemos muy bien.
No discernimos: repetimos y repetimos.
Año tras año.
No creamos: reiteramos y reiteramos.
Liturgia a liturgia.
No nos abrimos: nos encerramos y nos encerramos.
Día a día… año a año.
Y nos agotamos por la falta de luz,
de aires nuevos,
de vitalidad del Espíritu.
Señor Jesús: sin darnos cuenta nos deslizamos a un cristianismo sin cruz,
a un cristianismo que nos hace creernos vivir en una santa comodidad,
comodidad sin cruz.
A un cristianismo que nos hace vivir sin la tensión de evangelizar en serio,
evangelizar sin cruz.
A un cristianismo de palabras vacías, insignificantes, viejas.
A un cristianismo que no llama a jugarse la vida realmente
para que todos tengan vida y vida en abundancia.
¡Señor Jesús,
sólo tú puedes aumentarnos la fe
que nos abre a la aventura de la libertad de los hijos de Dios!
¡Señor Jesús,
que no rehuyamos los conflictos
a la hora de discernir los caminos a los que nos llamas,
las exigencias concretas que nos pones por delante,
las grandes obras a las que estamos llamados!
¡Señor Jesús, enraizados en ti,
queremos crecer como como hijos e hijas de Dios,
crecer como audaces testigos de que otra cultura es posible,
otra Iglesia es posible,
otra humanidad es posible!
carmeloampelio@gmail.com
raspasdefuego.blogspot.com/