Lectura del santo Evangelio según san Lucas (14, 12-14)
Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados
Jesús nos da una enseñanza sobre la gratuidad. Lo hace en casa de un fariseo que lo había invitado a comer, cualquiera diría que es desconsiderado por hacer estas reflexiones en voz alta, pero sabe bien que la realidad circundante -la de entonces y la de ahora- implica movernos por intereses propios. Disfrazados de altruismo o generosidad o magnanimidad, pero intereses propios: ¡si hasta escogemos quién se va a sentar a nuestro lado en un banquete para aseegurarnos una velada provechosa! Y aquí Jesús le da la vuelta a nuestros cálculos, a nuestros intereses particulares y pone por encima de todo el valor de la gratuidad, los que no van a poder pagarte por mucho que quisieran. Ya sabemos quiénes son los cojos, los ciegos, los lisiados y los pobres de nuestro tiempo. El Papa Francisco les llama los «descartados» y nos exhorta de continuo a tenerlos en cuenta, a no dejarlos en la estacada… aunque no puedan correspondernos, aunque no tengan dinero, aunque no pinten nada en nuestra economía productiva. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo sin esperar nada -nada es nada- a cambio?