Lectura del santo Evangelio según Juan (6, 44-51)
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Comentario
Yo soy el pan vivo bajado del cielo
Jesús explica uno de los grandes enigmas de la evangelización. De todos los tiempos, también actual: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado». Es Dios quien atrae primero, igual que es Dios quien nos ama primero. Nos primerea, como gusta decir el Papa Francisco con un neologismo de su invención muy elocuente. Sólo puede acercarse a comer el pan de vida que ha bajado del cielo y en el santísimo sacramento del altar se ha quedado quien se siente primero atraído por Dios. A nosotros nos corresponde poner los medios, anunciar y explicar la Palabra como hace Felipe con el etíope de la primera lectura del día, pero es Dios quien convida a su mesa. Ahí está el gran misterio que el hombre no puede comprender.