Sábado de la 22ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (6, 1-5)

Un sábado, iba él caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos. Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él». Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado».

Comentario:

«El Hijo del Hombre es señor del sábado»

     Jesucristo bien podría haberles rebotado la pregunta a los fariseos, en su cara, cuando le preguntan a los discípulos por qué están haciendo en sábado lo que no está permitido. Éstos van atravesando un sembrado y para matar el gusanillo arrancan unas espigas, las frotan con sus manos y se comen los granos. Escuchando a los fariseos parece que los discípulos de Jesús están cosechando, y a ellos habría que preguntar cómo habían llegado hasta el campo aquel.
     Si habían ido andando habían incumplido la Ley, si habían ido en burro, también la habrían incumplido al desatarlo y prepararlo. Es algo que se repite constantemente, los que van de listos por la vida, de sobrados, de hacerlo todo bien, sólo se fijan en los fallos o desaciertos de los demás, no son capaces de mirar los suyos. Bien hacía Jesús en llamarles hipócritas. No es que Jesús los estuviera insultando, sólo que los estaba describiendo.
     Así, Jesús los confronta, ya que saben tanto, preguntándoles si no han leído lo que hizo David con sus hombres, se supone que algo muy grave porque comió el pan de la presentación del templo, cosa que no estaba permitida. Y de eso no dicen nada los fariseos. Se ve que ese pasaje de la historia se lo saltaban, no les convenía ni interesaba. Por tanto, Jesús sentencia que el Hijo del Hombre es señor del sábado. Esto es, que está por encima de la Ley, la domina porque es su señor. Esto les sentaría a los fariseos como una patada bien pegada pero ahí quedó la cosa; buscarían momento propicio para comenzar a maquinar sus estrategias para quitarlo de en medio.
     Pobres fariseos que se meten en todo, que se creen perfectos viendo sólo los fallos de los demás, que a todos ponen en entredicho, que no son capaces de sinceridad y que con su actitud tan presuntamente religiosa lo único que consiguen es alejar a la gente sencilla de Dios.
     Seamos señores del sábado con Cristo, viviendo una fe sencilla y sincera.

 

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