Lectura del santo Evangelio según Lucas (6, 6-11)
Otro sábado, entró él en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?». Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Comentario
¿Qué está permitido hacer en sábado, el mal o el bien?
De fondo, uno de esos conflictos universales que atormentan al hombre de todos los tiempos: la tensión entre la libertad individual y la obediencia a la ley colectiva. Los fariseos atosigan a Jesús por haber curado en sábado, siendo el día del descanso obligado un límite que consideran imposible de traspasar y al que debe someterse inexcusablemente la libertad humana. En su diatriba, el Señor recoloca las piezas de esta discusión: la libertad es un don de Dios y, por tanto, debe prevalecer sobre la norma consuetudinaria cuyo formulismo asfixia. El bien no puede tener restricciones es lo que viene a poner de manifiesto el Señor porque sólo se sujeta a la norma del amor, a la infinita misericordia capaz de desbordarse a cada instante. La obediencia a las regulaciones de los hombres rigen para quienes actúan con maldad, pero a quienes actúan con bondad, ¿qué límites se les va a poner?