Lectura del santo Evangelio según san Mateo (17, 1-9)
Seis días más tarde, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Su rostro resplandecía como el sol
Comentario
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
Pero somos demasiado humanos…
Nos dan miedo tantas realidades tan necesarias, tan urgentes, tan imprescindibles…
Nos da miedo la fraternidad real dentro y fuera de la Iglesia.
Nos da miedo la igualdad real dentro y fuera de la Iglesia.
Nos da miedo la libertad dentro y fuera de la Iglesia.
Nos da miedo la horizontalidad de las relaciones y de los procesos.
Nos da miedo salir de dónde estamos camino de lo mejor que está por llegar.
Nos da miedo salir hacia nuevas posibilidades de existencia humana tan imperiosas y necesarias.
Nos da miedo salir hacia nuevas e inéditas experiencias de vida humana tan necesarias en ente mundo sediento de sentido y de humanidad.
Nos da miedo comprometernos en la gestación de otras familias, otros grupos humanos, otras políticas, otras sociedades y otras culturas tan necesarias y urgentes.
Nos da miedo involucrarnos en las exploraciones para otra Iglesia, otras estructuras eclesiales y otras parroquias
Nos da miedo perder referencias muy claras y muy sistematizadas.
Nos da miedo expandir nuestras capacidades humanas y espirituales.
Nos da miedo reconocernos seres de pensamientos, palabras u obras repetitivos, manidos… baldíos.
¡Nos da miedo crecer como seres humanos, como seres humanos espirituales, como seres humanos enamorados de Ti!
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
Pero nos da miedo el dolor de la conversión porque sabemos que nos relacionamos contigo del mismo modo que nos relacionamos con las personas que la vida nos pone por delante…¡Que Tú nos pones por delante!
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
Pero somos demasiado cómodos…
Nos da miedo mostrar lo que queremos ser, testigos de la alegría del Reino.
Nos da miedo irradiar la auténtica fecundidad humana del Evangelio.
Nos da miedo afrontar tantos y tantos desafíos en este mundo roto…
que imposibilita la fraternidad con la idolatría del individualismo,
que asola la casa común con la idolatría de lucro a toda costa,
que hace de los seres humanos meros consumidores de tanta y tanta toxicidad.
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
Pero nos da miedo contemplar en serio la realidad como Tú lo hiciste…
Nos da miedo conmovernos como Tú te conmoviste…
Nos da miedo acercarnos con manos compasivas como tú te acercaste a la humanidad doliente.
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
¡Transfigúranos:
vertébranos,
empodéranos…
que no nos dé miedo que de verdad de las verdades
seas nuestros Señor y Salvador!
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
¡Transfigúranos:
aliéntanos,
acompáñanos
con tu presencia en nuestros corazones,
en nuestras miradas,
en nuestras palabras!
Señor Jesús, nos dices que no temamos.
¡Transfigúranos
para que nos acerquemos
al sueño que tienes para cada uno de nosotros!
carmeloampelio@gmail.com
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