Lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (17, 1-6)

Dijo, pues, a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.

Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “me arrepiento”, lo perdonarás».

Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».

Comentario

Si se arrepiente, perdónalo

El escándalo, el perdón y la fe puestos en orden en la predicación de Jesús recogida por el evangelista Lucas. Jesús se pone serio -lo indica el ay, ese lamento tan reconocible- por aquellos que ponen al prójimo -y singularmente a los pequeños, esto es, a los sencillos y necesitados- en ocasión de pecar. Eso es escandalizar y Jesús nos previene para evitar ese escándalo por el que entra el pecado. A continuación, posa su mirada en la actitud del perdón, en la capacidad para perdonar si el hermano muestra arrepentimiento. La misericordia es la forma que tiene Dios de mirarnos. Y misericordia es lo que debemos mostrar cuando nos afrenta el prójimo: si se arrepiente, ¿quiénes somos nosotros para condenarlo y no otorgarle el perdón? Sí, como los apóstoles, estamos necesitados de fe, de visión sobrenatural para dejarnos arrastrar al perdón tantas veces como sea necesario por el Espíritu Santo. Esa es la conclusión a la que quiere llevarnos Jesús: a tener una fe capaz de perdonar y que evita que el hermano peque por nuestra culpa. Sin el auxilio de lo Alto, ese propósito está llamado a frustrarse.

 

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