Lectura del santo Evangelio según san Juan (15, 12-17)
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otro como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervo: porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado par que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Esto os mando: que os améis unos a otros
El mandamiento del amor fraterno en su formulación más sencilla -lo que no quiere decir simple- es éste: que os améis unos a otros. Es una consecuencia directa del amor primero de Dios en el que el Hijo asumió la muerte redentora en la cruz y que ahora él transmite a los suyos como un mandato inexorable: amar al prójimo como a uno mismo. Jesús anuncia su propia muerte, la entrega definitiva de la propia vida para salvación de la humanidad, sus amigos. Hay un salto en la gradación de las relaciones del Señor con sus discípulos: ya no los considera siervos a los que mandar sino amigos con los que intimar. Él te ha llamado y te ha buscado, sólo tú y Él sabéis por qué trochas te ha llevado de vuelta a su Iglesia, a la asamblea de los elegidos tan pecadores arrepentidos como tú mismo. Quiere un fruto de salvación a cambio de amar al prójimo. Ese es el mandamiento que impone a sus amigos, que te impone a ti: ¿puedes amar como él te ha amado?