Lectura del santo Evangelio según san Marcos ( 16, 15-20)
Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, los acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Comentario
PROCLAMAD EL EVANGELIO
Señor, irradiar amor.
Humilde y sinceramente.
Irradiar amor que tanta falta hace
en estos tiempos de soledad,
de recelos,
de tanta herida emocional
con tanta dificultad para ser curada.
Señor, irradiar amor.
Irradiar compañía.
Irradiar capacidad de acogida.
Irradiar escucha entrañable.
Señor, irradiar fe.
Con autenticidad y con valentía.
Irradiar fe en la capacidad de amar del ser humano,
capacidad inserta en ti,
en tu poder,
en tu presencia, en tu amor.
Señor, irradiar fe.
Irradiar la convicción de que ya ha empezado la salvación.
Irradiar la certeza de que tu amor nunca nos dejará solos.
Irradiar la seguridad de que tus palabras son palabras de vida eterna.
Señor, irradiar esperanza.
Con inteligencia y con abnegación.
Irradiar esperanza de que ningún gesto de amor y de fe será en vano,
irradiar esperanza en que llevarás razón definitivamente,
misteriosamente,
amorosamente.
Señor, irradiar esperanza que nos haga sonreír ante la vida,
pase lo que pase,
nos pase lo que nos pase.
Señor, irradiar la serenidad del silencio orante,
irradiar la capacidad de poder estar en tu presencia,
irradiar la sensibilidad religiosa que nos hace crecer
en santidad,
en profecía,
en comunión.
Señor, irradiar la sensibilidad religiosa
que nos enriquece en las mejores cualidades humanas,
que nos eleva de los lodos del egocentrismo,
que nos transfigura en seres que mejoran el mundo por donde pasan.
Señor, irradiar perdón.
Irradiar perdón que libera,
perdón que regenera,
perdón que nos reconcilia
con lo mejor del ser humano:
la capacidad de comunión,
la capacidad de cuidar la vida,
la capacidad de ser instrumentos del reino de Dios.
Señor, irradiar perdón
como tú nos perdonas…
tantas y tantas veces somos
como la adúltera,
como el ciego,
como el hijo pródigo.
Señor, irradiar misericordia,
tu misericordia inagotable
que atraviesa los siglos,
que nos restaura en nuestras fragilidades
que nos reconforta en nuestros peores momentos.
Señor, irradiar hambre y sed de justicia.
Irradiar esa indignación ética,
esa indignación profética,
esa indignación que surge de las entrañas profundamente humanas
golpeadas por el daño evitable
que algunos seres humanos nos provocamos unos a otros.
Señor, irradiar la pasión por el reino,
la pasión por tu deseo de que todos tengan vida y vida en abundancia,
la pasión por los más vulnerables y vulnerados de la tierra.
Señor, irradiarte.
Señor, hacerte presente.
Señor, santificar el mundo.
Amén.
Aleluya.
Aleluya.
carmeloampelio@gmail.com
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