Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios.»»
Comentario
La mies es abundante
La hermosa parábola con que se alude a la tarea evangelizadora de la Iglesia -por supuesto, nuestra tarea como bautizados- se entendía mejor cuando las cuadrillas de segadores se pasaban el verano cosechando a golpe de hoz la mies de los campos: de pueblo en pueblo, siempre hacia el norte conforme iba llegando el tiempo de la recolección. Y sin descanso: sólo el que preparaba el majao con que se almorzaba se libraba del trabajo por ese día. Así quiere Jesús a sus discípulos misioneros: de pueblo en pueblo ganando el jornal. La mies es abundante y no hay suficientes cuadrillas. Pero aquellos segadores no se quedaban de brazos cruzados esperando refuerzos o que refrescara un poco para meterse en faena. Hoy, la Iglesia hace memoria de Cirilo y Metodio, los apóstoles de los eslavos que propagaron el cristianismo por aquellas inmensas tierras empezando desde Crimea sin temor a la vastedad de los territorios de misión que tenían por delante. ¿Por qué motivo entonces nos vamos a quedar nosotros de brazos cruzados mientras la abundantísima mies para evangelizar se echa a perder?