Lectura del santo evangelio según San Mateo (5, 38-42)
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».
Comentario
No hagáis frente al que os agravia
Estos días de protesta en medio mundo por la muerte de un retenido a manos de la policía de una localidad estadounidense, se escucha en muchas de las manifestaciones de protesta que la paz se basa en la justicia. No les falta razón a los manifestantes. El salmista proclama que la justicia y la paz se besan. Y eso viene a corroborar el Evangelio de hoy con una extensión de la ley del Talión. Aunque nos parezca extraña y vengativa, en su tiempo fue un gran adelanto de la justicia humana al introducir en el resarcimiento de la víctima la condición de proporcionalidad: ojo por ojo, diente por diente, sin que pudiera ir más allá del daño recibido. Jesús se lleva por delante el cumplimiento de esta ley al proclamar su desproporción entre la ofensa recibida y la respuesta que propone: el amor va más allá del perdón, porque es la base -en el sistema de las Bienaventuranzas- de la justicia y la paz, como dos caras de una misma moneda. Responder al mal con bien, perdonar a los enemigos, dar más de lo que nos piden es la única forma de construir una sociedad justa -y por ello, pacífica- donde no tenga lugar el abuso de autoridad que en el Antiguo Testamento representa la reina Jezabel como podemos leer en la primera lectura del libro de los Reyes. Qué contemporánea nos resulta esa artimaña de quien se siente poderoso para arrebatar al justo algo de su propiedad que codicia. Y qué terrible enseñanza para los tiempos que corren.