Sábado de la 6ª Semana (C)

Lectura del santo Evangelio San Marcos (8,1-10):

POR aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

16-02-19
Comentario

«¿Cuántos panes tenéis?»

La preguntas que Jesús hace en el Evangelio son muy comprometedoras, porque espera nuestra respuesta y nos hace una encomienda. Aquel día preguntó a sus discípulos, al ver a la multitud que podría desfallecer si la despedía en ayunas, ¿cuántos panes tenéis?. Los discípulos fueron sinceros en su respuesta, no ocultan lo poco que tienen, pero ese poco será más que suficiente para saciar a la multitud y para recoger sobras.

Jesucristo no espera que los discípulos tengan más panes que una panadería a primera hora de la mañana. Tampoco espera de nosotros habilidades, conocimientos, sabiduría, experiencias, cualidades, valores, aptitudes…,. Sólo necesita que lo poco que tenemos lo pongamos con generosidad y confianza en sus manos. Igual que aquellos panes no los guardaron para ellos y en manos de Jesús saciaron a la multitud, lo poco que somos y tenemos no es para guardárnoslo.

Si lo que somos y tenemos lo ponemos en manos de Jesús, Él lo multiplica, nos multiplica, y nos hace capaces de dar, de darnos, de manera extraordinaria, y multiplicará su gracia en nosotros para llegar a muchos. No nos guardemos «los panes», los dones, todo lo que de Dios hemos recibido, y en el ofertorio de la Eucaristía presentemos junto al pan y el vino que ofrece el sacerdote, lo que somos, nuestra vida.

Y con toda confianza, sin miedo, respondamos al Señor cuántos panes tenemos. Sin miedo, porque Cristo no nos quita nada, nos lo da todo y lo que le ofrecemos nos lo multiplica.

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