Lectura del santo evangelio según San Lucas (12, 1-7)
Mientras tanto, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea».
«A vosotros os digo, amigos míos: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la gehenna. A ese tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».
Comentario
No tengáis miedo
Jesús arrastra a las masas. Dice el evangelista que se agolpaban para escucharlo miles y miles, una multitud, pero él se dirige a sus discípulos en primer lugar. Y lo que les dirige es una exhortación a vivir sin miedo, a convertirse en agente de la construcción del Reino. No porque estén dotados de una fuerza incomensurable ni de unas aptitudes a prueba de esfuerzos, sino porque es el amor incondicional de Dios el que los sostiene. Lucas enviaba un mensaje a las comunidades que perseveraban en el seguimiento de Cristo esperando la parusía en medio de la persecución: no tengáis miedo. Es una exhortación permanente, que llega hasta nuestros días en que tanta tribulación parece rodear a las comunidades parroquiales. La multitud a la que habla Jesús se personifica en cada uno de sus discípulos. Es una llamada individual a ti también: “No tengas miedo”.