Miércoles de la XVIII semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas ( 11, 42-46)

Pero ¡ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!».

Le replicó un maestro de la ley: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». Y él dijo: «¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!

¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la ley!

Comentario

Los ayes del Señor son como un termómetro de su indignación. En esta ocasión, dirige su invectiva contra fariseos y escribas, a los que señala por su dureza de corazón y sus prácticas legalistas que ahogan la misericordia de Dios. Les reprocha que den más importancia a pagar el diezmo de hierbas aromáticas cuyo peso es muy reducido y, por tanto, bien podían pasarse por alto sin grave quebranto. En el fondo, los está tildando de hipócritas y ese es el mayor reproche que les hace. Hipócrita tiene su origen etimológico en el teatro, donde el actor actuaba con máscara y ocultaba su verdadero rostro. El Señor quiere que nos quitemos las caretas y actuemos a cara descubierta, lo que implica la conversión del corazón. Para que no seamos como sepulcros que no se ven. 

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