San Antonio Abad (C)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

EN aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.


Comentario

«No se lo digas a nadie»

Qué contradictorio nos parece el Evangelio de hoy: Jesús cura (¡tocándolo!) a un leproso pero lo amonesta severamente: «No se lo digas a nadie». Al leproso, como le pasaría a cualquiera de nosotros, le falta tiempo para contarlo a todo el mundo y dice el evangelista Marcos que «Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo» sino que se quedaba a las afueras y aun así afluía gente de todas partes, suponemos que en pos de curación. Vaya, qué chocante que no quiere que se le acerquen. Te propongo una parábola de nuestros días para explicarlo: imagina un médico que va de televisión en televisión animando a los fumadores a dejar el tabaco, pero que al mismo tiempo ha obtenido -ya es mucho imaginar, lo sé- un remedio para limpiar los pulmones y evitar el cáncer, la EPOC y otras enfermedades asociadas. Él está empeñado en que dejen el hábito, pero se compadece de un pobre bronquítico crónico y lo cura. No quiere que lo divulgue para no verse con una cola de pacientes aguardando a las puertas de cada plató que visita porque lo que él busca es que la gente deje de fumar. Pues eso: Jesús predica el Reino de Dios, pero su misericordia infinita le lleva a apiadarse del leproso. El ha venido para que tú cambies de vida -«Conviértete y cree en el Evangelio»-, no para que implores tu sanación milagrosa sin implicarte en la cura.

 

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