Lectura del santo Evangelio según Mc (12, 28b-34)
Un escriba que oyó la discusión, viendo lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás
El compendio de las 613 disposiciones de obligado cumplimiento para los israelitas es esta doble vocación de amor: a Dios y al prójimo. Ahí está contenido el mejor resumen de la actitud del cristiano, que tiene dos paradigmas de amor en los que medirse. La clave está en el corazón. No es ninguna frase hecha, sino que es la prueba definitiva del amor que debemos a Dios y a los hermanos. Con la mente, con todas las fuerzas, con todo el ser… somos capaces de amar. Pero con el corazón… ahí está la prueba definitiva para calibrar si estamos cumpliendo con ese doble mandamiento. Amar con el corazón significa estar dispuesto a darse, a entregar lo que te pide aquel a quien reconoces como único Señor de tu vida.