Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios.»»
Comentario
La mies es abundante
«Y los obreros pocos». Por eso hay que rogar al dueño de la mies que mande operarios a cosechar. Por comodidad, por pura inercia clerical como le gust decir al Papa Francisco, hemos pensado -durante demasiado tiempo- que los obreros de la mies son los presbíteros y los religiosos. Y que a los seglares lo que les correspondía era rezar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Con eso, ya estaba cubierta la parte correspondiente. Ojo, nadie dice que no sea importante la oración ni que su fuerza imparable -de la que como limitados humanos no somos capaces de hacernos idea- sea desdeñable sólo porque no encaja en nuestro mundo sensible. No es eso. La mies es abundante y los obreros son pocos, pero todos somos operarios en esa cosecha. Antiguamente, en los pueblos, había un oficio para cada edad. Unos manejaban la hoz, otros agavillaban, otros trillaban, otros aventaban, otros empacaban y otros ensacaban. Nadie se quedaba sin colaborar. La mecanización del campo acabó con ese reparto de la tarea. Podríamos decir que el clericalismo mató con el reparto de la tarea evangelizadora que estaba bien presente en las primeras comunidades de cristianos.