Lectura del santo evangelio según San Marcos (2, 18-22 )
Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les será arrebatado el esposo; aquel día sí que ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Comentario
El esposo está con ellos
Pocos pasajes como éste ponen tan de relieve lo que el Papa Francisco subraya como la alegría del Evangelio. En efecto, no se conoce a nadie que esté triste en una boda, un momento de regocijo, de felicidad compartida. Nadie que se ha encontrado cara a cara con el Señor puede estar triste. La tristeza no es cristiana, desde luego. El esposo está con nosotros y estamos felices de tenerlo aquí, de ahí nace nuestra alegría. Alegría honda, reflexiva, profunda, nada tiene que ver con esa apariencia de felicidad que nos impone el mundo. Sabemos que más allá de los reveses de la vida, de los contratiempos y los golpetazos, hay motivos de alegría: Dios te ama; de hecho, te amó primero.