Lectura del santo Evangelio según Mt (1, 16. 18-21. 24a)
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
La solemnidad del domingo desplaza la festividad de San José al siguiente día, en este caso, el lunes de la cuarta semana de Cuaresma. La liturgia de esta fecha señalada nos presenta al padre putativo de Jesús como alguien obediente a la voluntad de Dios que no duda en deshacerse de sus propios prejuicios y sus ideas preconcebidas para dejarse guiar por la voluntad divina. Así, arrincona sus planes de repudiar a su desposada y admite al niño que está esperando María como su propio hijo, con una misión ineludible para salvar al pueblo elegido. No sólo eso. José le otorga la filiación paterna a Jesús para entroncar nada menos que con el rey David y, subiendo el árbol genealógico, con Abrahán. José es el entronque del Jesús histórico con el pueblo de Israel y el cabeza de la familia en que Jesús se forjará como verdadero hombre.