Lunes 5º de Pascua (C)

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,21-26):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado de mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».


Comentario

Enviará el Padre

La fe en Cristo no es una fe arqueológica, su Palabra no es ningún yacimiento que hay que desenterrar, oculto bajo siglos de historia y magisterio de la Iglesia, su fiel guardiana. No se trata de reverenciar unas palabras de Jesús el Nazareno pronunciadas hace más de dos mil años en una pequeña provincia levantisca del Imperio romano. Nada de eso. La declaración trinitaria de Jesús de Nazaret en el Evangelio de San Juan de hoy abunda en la vida que tienen la Palabra y sus enseñanzas, como Él mismo se encarga de anunciarles a los apóstoles: es el Espíritu Santo el asistente, el vivificador de la Iglesia, el animador de la fe individual y el sostén de la fe colectiva el que lo enseñe todo y lo vaya recordando a su debido tiempo. El conocimiento de la Escritura es también gracia que nos concede el Dios Uno y Trino que nos alienta y nos sostiene. El Padre envió a su Unigénito para redención de la humanidad y el Padre sigue enviando sin solución de continuidad al Paráclito para salvación de los hombres.

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