Lectura del santo evangelio según San Juan (16, 16-20)
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver». Comentaron entonces algunos discípulos: «¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?». Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice». Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Comentario
Vuestra tristeza se convertirá en alegría
Decimos a menudo que los tiempos de Dios no son los de los hombres. Pero es que Jesús ya se lo había dicho mucho antes a su selecto grupo de seguidores. Dentro de poco es una expresión coloquial que denota la inminencia de algo que está por suceder. Sabemos que dentro de poco nos permitirán celebrar cultos con la iglesia a la mitad de su aforo y que dentro de poco viajaremos de una provincia a otra. Pero esos “pocos” no tienen idéntica medida del tiempo. Los apóstoles podían llegar a comprender que dentro de poco sucedería el terrible choque con los sacerdotes que le iba a costar la vida al Maestro. Pero se sentían incapaces del todo de adivinar cuánto “dentro de poco” iban a volver a ver a Jesús. No entendían lo que les decía. Desde luego. Porque no miden lo mismo, no duran lo mismo, no son lo mismo: uno es tiempo humano expresado en días, horas y sus fracciones; el otro, es el tiempo de Dios, que está precisamente por encima del tiempo. Y en medio de esa disquisición casi filosófica sobre el tiempo, la alegría y la tristeza invertidas de los discípulos con el mundo, como en un espejo que ofrece una imagen en torno a un plano de simetría. Como si el tiempo se hubiera retorcido y el tiempo de la alegría se reflejara como tristeza y viceversa.