Lectura del santo Evangelio según san Mateo ( 7, 1-5)
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
Sácate primero la viga del ojo
La orden de Jesús es tan imperativa como la de Yahvé a Abrán en la primera lectura del día: «Sal de tu tierra». Bien mirado, son la misma formulación del designio divino, que viene a ser algo como abandona tus costumbres, desarráigate de todo lo que haces por inercia, y ve en pos de una nueva tierra que yo te mostraré. En el caso de Abrán, en términos físicos, literales, migrando hacia la tierra de promisión. En tu caso, en términos morales, figurados, moviéndote de la costumbre de convertirte en juez de los hermanos para examinar sus acciones y evaluar sus intenciones, para entrar en un territorio donde solo Dios juzga. Por eso, el Evangelio del día llama a volver contra nosotros mismos la intrasigencia que habitualmente dedicamos a los demás: la mirada hacia el hermano ha de estar llena de misericordia a imitación de la mirada de Cristo mientras reservamos la mirada exigente para nosotros mismos.