Lectura del santo Evangelio según Juan (16, 20-23a)
En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.
Comentario
Nadie os quitará vuestra alegría
La explicación de Jesús a sus discípulos toma forma de parábola al compararla con el momento del parto: la penosidad del esfuerzo por dar a luz a una nueva criatura se ve superada de largo por la alegría de la nueva vida. Es una constante en el esfuerzo evangelizador, del que la primera lectura da buena cuenta con Pablo en Corinto durante año y medio. En efecto, el misionero que propicia el encuentro personal con el Resucitado siente en su tarea el celo de una parturienta: todo está orientado a alumbrar la nueva vida en Cristo y nada puede distraer de esa tarea evangelizadora. No hay mayor alegría que esa. El encuentro con la persona de Jesús indefectiblemente conduce al gozo. Un gozo que lo llena todo y que ya no necesita de más explicaciones.