Lectura del santo Evangelio según san Mateo ( 7, 6. 12-14)
No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos
Hay dos ideas fundamentales en el Evangelio de la jornada: el misterio del arcano introduce a quien lo recibe para preservar lo más posible toda esa sabiduría que proviene de Dios; la regla de oro marca la pauta de comportamiento con el prójimo volviendo del revés las decisiones que tomemos respecto de los demás. Al final, todo en la vida es elección. Ahí entra en juego el libre albedrío humano por el que uno puede adherirse a Cristo (la puerta estrecha) o rechazarlo (la puerta ancha de la propia satisfacción personal). Esa alternativa está presente en todas las decisiones que tomamos en nuestra existencia: vida o muerte, gracia o pecado, son nuestros pasos los que nos encaminan por uno de estos senderos alejándonos del que se nos ofrecía como disyuntiva. Un sendero angosto y lleno de dificultades al inicio, que desanima a seguir recorriéndolo, pero que ofrece una recompensa final que ni de lejos puede presentar el camino anchuroso y la puerta ancha por la que no hay que humillarse para entrar. Tú eliges.