Lectura del santo evangelio según San Lucas (13, 18-21)
Decía, pues: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».
Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».
Comentario
Hasta que todo fermentó
El grano de mostaza asombra por su pequeñez, cierto. Y la levadura parece cosa bien insignificante pero hace crecer la masa duplicando su volumen. Son dos parábolas del reino de Dios: de unos comienzos bien modestos se llega a una realidad bien distinta, marcada por la expansión. El error más común que cometemos al leer este Evangelio es pensar que ese grano de mostaza o esa medida de levadura minúscula era la predicación de Jesús a su grupo de apóstoles y ha llegado a ser la Iglesia que contemplamos hoy. Pero es que esa historia no solo sucedió en el pasado. Es que sigue sucediendo hoy. En parroquias, comunidades, grupos eclesiales, monasterios… esa levadura que es la Palabra viva y eficaz sigue haciendo que la harina fermente y que donde antes había indiferencia, alejamiento, adocenamiento, religiosidad superficial arraigue algo bien distinto y hermoso, como el árbol de la mostaza, frondoso hasta para que los pajarillos aniden en él. Es hoy cuando la levadura sigue actuando. Solo nos corresponde saber esperar… qué difícil.