Lectura del santo evangelio según San Lucas (9, 46-50)
Se suscitó entre ellos una discusión sobre quién sería el más importante. Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros». Jesús le respondió: «No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».
Comentario
El más pequeño de vosotros es el más importante
Durante toda la semana 26ª del tiempo ordinario que inauguramos el día del Señor, la liturgia nos propone la lectura del libro de Job, tan fundamental a la hora de lidiar con el sufrimiento y con lo que en la economía de la salvación se llama la retribución del justo. Si somos buenos y piadosos y obedientes, ¿qué nos toca? Tal es la discusión mundana que nos narra el evangelista Lucas, en la que los apóstoles están componiendo algo tan humano como un escalafón: del primero al último. Lo contrario de Dios, que no hace listas ni prevalencias: su amor es desproporcionado por cada una de sus criaturas, sin tasación. Ninguno puede sentirse descartado, el último. En este sentido, Job podía sentirse el primero de los justos, pero Satán lo despoja violentamente de sus posesiones, sus sirvientes y su familia hasta dejarlo desnudo. Hasta hacerlo el último de los hombres de la tierra, tal es la desdicha que observamos en su corazón, pero ni por esas abandona la fe en Dios. Job se ha convertido en un niño como el que Jesús presenta a sus discípulos: no tiene nada, depende de los demás, está limitado y -en el Israel de los tiempos de Jesús- ni siquiera puede considerarse como un bien jurídico hasta la fiesta de la confirmación, el tránsito a la consideración de adulto. Sólo cuando nos hacemos como un niño, somos importantes. El otro rasgo que predica Jesús en el Evangelio del día tiene que ver con la tolerancia: los niños no tienen esa pulsión identitaria que los encuadra en ningún grupo cerrado. Dios habla de muchos modos al hombre, hay que ser como un crío para admitir que otros lo interpreten mejor o de manera más acertada.