Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, patrona de Europa, fiesta (C)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (11, 25-30)

En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Las has revelado a los pequeños

El Evangelio de Mateo nos presenta a Jesús bendiciendo al Padre por haber ocultado los misterios de la fe a los sabios terrenales (a menudo, tocados por la soberbia de su propio conocimiento) y los ha revelado a los pequeñuelos. Algo de eso sucedió con Santa Catalina de Siena, copatrona de Europa, cuya memoria celebra hoy la Iglesia. Tercera dominica, Catalina mostró un camino para estar en contacto con Cristo, con quien llegó a desposarse místicamente.  Ella era también una pequeñuela sin muchas letras (en realidad, analfabeta) pero con un sentido de la unión con Cristo que la convirtió en un faro religioso de su época, en el siglo XIV. Mediante cartas y escritos, influyó en papas, cardenales, obispos y religiosos de toda Europa que recurrían a ella. Santa Catalina El Papa Benedicto XVI dejó dicho en 2010: «Incluso en los momentos de mayor dificultad, el Señor no deja de bendecir a su pueblo, suscitando santos que despiertan las mentes y los corazones, llevando a la conversión y a la renovación». También ahora son momentos de dificultades en los que Dios bendice a los cristianos. Quizá es que no escuchamos a los santos que de tiempo en tiempo aguzan las mentes y calientan los corazones. Quizá es que no creemos que Dios habla directamente a los pequeños y no nos gusta pasar por pequeños.

 

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