Lectura del santo Evangelio según Lucas (10, 13-16)
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que, en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿te vas a encumbrar hasta el cielo? ¡Te precipitarás en el infierno! Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
Comentario
Rechaza al que me ha enviado
Jesús reserva las palabras más duras para dos ciudades galileas en los alrededores del lago Tiberiades. Es una invectiva contra sus habitantes, contra sus resistencias a la conversión profunda y sincera conforme se les ha predicado. Es la misma invectiva que lanza contra los seguidores que no inician el camino de conversión permanente a que están llamados. A ese lamento inicial le sigue la comparativa con dos ciudades fenicias, paganas por tanto, donde da por supuesta más fe entre sus habitantes que en las dos poblaciones que encabezan la perícopa. La peor parte, no obstante, se la lleva Cafarnaún, que era justamente la base de la predicación de Jesús y donde llevó a cabo numerosos signos y prodigios que le hubieran valido un suplemento para abrazar la conversión propuesta. El último versículo introduce en el secreto mesiánico porque establece una relación directa entre el Padre y el Hijo que debiera poner en guardia a sus interlocutores.