San Ignacio De Loyola (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo (13, 54-58)

Fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

Comentario

¿De dónde saca todo eso?
Hoy, que la Iglesia conmemora a San Ignacio de Loyola, cabe preguntarse a la luz del Evangelio por la extraordinaria capacidad de anticipación de algunas personas a las que reconocemos como santos. También sus coetáneos podrían decir de Íñigo, el valeroso capitán herido en hecho de armas, que de dónde sacaría esa maravillosa intuición que plasmó en sus ejercicios espirituales, por ejemplo. ¿De los libros de santos que leyó en su convalecencia? La respuesta nos deja insatisfechos. Será más bien la gracia de Dios que abre caminos inexplorados cuando se produce el encuentro con la persona que primero nos amó. A los coetáneos de Jesús en Nazaret les sucedía precisamente lo contrario: eran incapaces de encontrarse con el Amor porque lo veían tan cercano, lo habían conocido tan de chico que no les entraba en sus esquemas mentales que el hijo del carpintero, el hermano de Santiago, José, Simón y Judas, el nacido de María pudiera hablar de aquel modo. Les faltaba esa experiencia del encuentro que San Ignacio vivió en el inicio de su conversión y a la que los nazarenos se cerraban en banda. ¿De dónde saca todo eso? ¡De dónde va a ser: del amor de Dios!

 

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