La Delegación Diocesana de la Pastoral Penitenciaria ha sido encomendada por el arzobispo de Sevilla a la Orden de la Santísima Trinidad. Desde su vuelta a Sevilla en el año 1986, los Trinitarios colaboran en la atención a los presos y sus familias en las cárceles. La Iglesia de Sevilla se hace presente entre los presos y presas de los cinco Centros Penitenciarios de Sevilla a través de los capellanes y de los agentes de Pastoral Penitenciaria, quienes llevan a cabo la misión encomendada por Cristo de ser portadores de Buena Noticia de salvación para los que sufren el dolor, la opresión, la soledad, el cautiverio o la pérdida de la libertad. Actualmente la Delegación la forman nueve capellanes, varios sacerdotes voluntarios y mas de 150 agentes pastorales.
La Delegación realiza una pastoral misionera y evangelizadora con las personas privadas de libertad. Misión y tarea que hunden sus raíces en el mismo proyecto redentor de Cristo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para liberar a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19).
Esta misión evangelizadora ofrece íntegro el mensaje redentor y liberador del Evangelio a fin de que ayude a la persona presa a humanizar y dignificar su vida. Esto nos lleva a organizar una pastoral centrada en la “justicia y la libertad”. Desde la justicia, porque ha de defender los derechos y la dignidad de los más desfavorecidos, de los pobres y oprimidos. Desde la libertad, porque ha de ofrecer a cada persona las posibilidades de poder vivir unos valores éticos y religiosos, que le permitan tomar decisiones personales que le ayuden a vivir en paz y con dignidad.
También nos lleva a presentar el genuino rostro amoroso y misericordioso de Dios Padre, que nos redime en Cristo con la fuerza del Espíritu, a fin de consolidar, con ilusión y esperanza, un modelo de hombre y mujer nuevos, al estilo de Jesús, convertido y reinsertado. Esta misión se prolonga más allá de los muros y rejas de la prisión, compartiendo el dolor y el sufrimiento de los familiares y de las víctimas para ofrecerles el apoyo y la esperanza que necesitan, así como sensibilizar a la Iglesia y a la sociedad sobre su responsabilidad en la génesis y mantenimiento de las estructuras de pecado y de injusticia, a fin de que asuman su propio compromiso en la erradicación de las mismas.
La Pastoral Penitenciaria se lleva a cabo en tres frentes: prevención, prisión y reinserción:
- Prevención: ofreciendo a los jóvenes alternativas de valores éticos y cristianos
- Prisión: realizando una pastoral misionera y evangelizadora, ofreciendo a los presos y presas el mensaje íntegro del Evangelio, humanizando, dignificando y liberando, celebrando la fe y la Palabra.
- Reinserción: incidiendo en el cambio de mentalidad y de conducta de los privados de libertad, a fin de que lleguen a una verdadera conversión y transformación de su vida cara a insertarse en la familia, la Iglesia y la sociedad.
Cada Centro Penitenciario funciona como una “cuasi parroquia”, ya que se organiza la pastoral a través del encuentro personalizado, la atención de escucha, acogida y seguimiento. La formación en los valores humanos y cristianos desde la catequesis de Iniciación, profundización en la vida de fe, descubrimiento de Cristo y su Evangelio, celebraciones de la eucaristía y el perdón.
La Delegación cuenta con nueve capellanes que son los responsables de coordinar y animar la acción pastoral en las cinco prisiones de Sevilla. Además hay una participación directa de nueve sacerdotes voluntarios que colaboran con los capellanes. Los voluntarios que realizan una acción pastoral dentro de las prisiones son 122. Hay que añadir también a más setenta voluntarios que están comprometidos en sus parroquias, barrios y pueblos atendiendo a las familias de los presos y realizando con ellas una labor de seguimiento y acompañamiento.
¿Qué aporta a la Diócesis la Pastoral Penitenciaria?
Lo más importante es el apoyo de sus pastores alentando a todos los miembros de la Pastoral Penitenciaria en su misión, así como la presencia personal tanto del Arzobispo como de su Obispo auxiliar para celebrar diversos acontecimientos religiosos en las cárceles, como bautismos, confirmaciones, eucaristías, etc.
También es significativa la presencia de sacerdotes y laicos que van a visitar a sus feligreses en prisión y que atienden en sus parroquias a los familiares de los mismos. Así mismo es frecuente la presencia de miembros de Hermandades y movimientos cristianos que asisten y colaboran estrechamente con la Delegación para servir y atender a los presos y sus familias.
¿Como colaborar en la Delegación o como ser voluntario?
La misión evangelizadora que realiza la Iglesia en las prisiones desde la Pastoral Penitenciaria se proyecta también hacia todo el tejido eclesial y social de Sevilla, porque los presos y presas provienen de todos los rincones geográficos de la sociedad. Por lo tanto, son presos de la sociedad civil y de la Comunidad eclesial.
Es necesario tener una apertura de mente y de corazón para romper con sentimientos y actitudes de rechazo, desprecio u odio hacia las personas que cometen delitos, por muy execrables que sean. Jesús nos exige tener corazones de compasión, perdón y misericordia; solo así estaremos dispuestos a colaborar y echar una mano para paliar el sufrimiento de las víctimas, las familias y los mismos infractores.
Se puede y se deben participar en esta misión, tanto en las parroquias, los barrios o pueblos, como en el interior de la prisión. Para ello es necesario prepararse y asistir a un curso de formación que dura todo un curso y que organiza la Delegación.
Un mensaje trinitario Liberador
Es necesario que todos tomemos conciencia, de modo especial los cristianos, de ofrecer a quienes han caído en el mundo de la delincuencia una actitud de misericordia y compasión al estilo de Jesús. Estamos asistiendo a momentos muy convulsos ante hechos delictivos extremadamente delicados de comisión de delitos que repugnan los sentimientos más hondos, dignos y nobles de la persona. Pero también existen otros delitos, no menos importantes por su gravedad que pasan desapercibidos por la sociedad. En toda esta realidad existen también intereses de tipo político e ideológico bien orquestados para manejar los hilos de los sentimientos más hondos para que se deriven hacia posturas de venganza y castigo para los autores de delitos especialmente graves, mientras que se silencian u ocultan otras actuaciones delictivas, también muy graves y de repercusiones personales y sociales inalcanzables.
La conciencia de un cristiano no se fundamenta en las corrientes de criterio u opinión social, ni tampoco en las reacciones de odio o venganza, sino que se asienta en el corazón de Cristo y en los valores de su Evangelio basados en el amor y el perdón sin límites, en la misericordia y la compasión, en la esperanza de recuperar a la persona, desde la conversión y el arrepentimiento, para conseguir redimir y resarcir su delito ante las víctimas y ante su propia conciencia. Solo Jesús juzga, y ay de aquél que se quiera convertir en juez y verdugo de su hermano, porque… “el que esté libre de pecado…”
Pedro Fernández Alejo
Presidente de la Delegación de Pastoral Penitenciaria