“Qué locura Señor, pero bendita locura”

Teresa Moreno (Sevilla, 1997) es postulante a salesa.

Dietista de profesión, esta vinculada a la Pastoral Universitaria y a los retiros Magnificat.


“Si me hubieran dicho hace unos años que iba a ser religiosa de clausura me hubiera reído, sin duda era lo último que estaba en mis planes”, con esta sinceridad se expresa Teresa Moreno, una joven sevillana que acaba de ingresar como postulante en el monasterio de la Visitación de Santa María, de las religiosas salesas.

Su historia de discernimiento vocacional comienza hace unos años en Cabo Verde, donde vivió una experiencia misionera junto a la Pastoral Universitaria y el Seminario de Sevilla: “Dios me hizo inmensamente feliz, un grado de felicidad que para mí era desconocido y que, junto a otra experiencia misionera de Perú en la que estuve, me llenó de confianza en Dios y me hizo unirme a su plan -fuera el que fuera-, aunque en ese momento creía que sería para una vida activa y misionera”. Con esta idea, el año pasado pasó diez días de retiro en el monasterio de la Visitación y confiesa que “me impresionó. Yo lo comparo mucho con las vidrieras de la Catedral: desde fuera podemos intuir que son bonitas, pero al entrar y verlas traspasadas por la luz descubre uno la belleza que esconden; igual pasa con la vida de clausura, un tesoro oculto de la Iglesia que muchos desconocen. En ese retiro descubrí que esa felicidad que había tenido en las misiones no era por lo que hacía, sino en Dios mismo y en mirarle a Él”.

Teresa asegura que conoce muchas otras congregaciones “a las que he sentido como familia”, por eso dudó “en qué sitio me quería Dios”. Su elección por las salesas partió de los retos Magníficat que le ayudaron a “descubrir la verdad, la belleza y la importancia del corazón de la Iglesia que no deja de latir para, a través de la oración, ser motor de todo”. De esta forma, asegura que “ha rezado mucho, he vivido momentos de muy poca luz, pero hay oraciones en las que uno tiene la certeza de que Dios ha pasado por ahí. No hay forma de demostrarlo ni casi de explicarlo, cuando lo he necesitado y Dios ha querido se ha mostrado en mi oración y me ha hecho ver con seguridad que en las salesas es donde siempre me ha querido”.

En cuanto al carisma de esta congregación, esta joven sevillana destaca que “Dios es el centro de todo, su Sagrado Corazón, todo se hace y se vive por amor a Él, un amor que se muestra en la sencillez, la humildad y la alegría; en un darse por entera, en lo oculto. Como dice un sacerdote amigo mío: Ser nada para el mundo, pero todo para Dios”.

“Mi alma está sedienta de Él”

Teresa afronta el paso que acaba de dar “con mucha alegría e ilusión. Mi alma está sedienta de Él y ahora ve con esperanza que va a ser colmada. También con confianza en Él, en que Él que me pensó para esto y me irá capacitando”. En esta línea, agradece a su familia y amigos por el “respeto y cariño” con el que han vivido su vocación. También tiene palabras de gratitud para los sacerdotes que la han acompañado durante su discernimiento, “personas que han sido instrumento de Dios para que me fuera poco a poco enamorando”. Verdaderamente la historia de Teresa es una historia de amor que vive como “una fiesta interior”, repitiendo para sí “qué locura Señor, pero bendita locura”. Por eso, anima a otras chicas que sientan esta llamada a dar el paso, porque “Cristo vale la vida”. Si bien, reconoce que en un proceso de discernimiento se viven momentos “difíciles, a veces te llenas de dudas y apartas tus ojos de Él”, por lo que insiste en tener un buen acompañamiento espiritual de alguien que “ame profundamente al Señor y no busque otra cosa que Su voluntad”.

 

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