Es uno de los grandes clásicos del wéstern que este año celebra su 70º aiversario. Adaptación de la novela de Jack Schaefer, la trama se construye en torno a la solitaria figura de un héroe que arriesga su vida en pos de la justicia y en defensa de los desfavorecidos. Para darle algo de vidilla, se entrevé en nuestro paladín un pasado tormentoso en el que debió comportarse como un villano. Arrepentido, como un san Pablo del Oeste, ahora ayuda a los que antes perseguía. Y su nombre no es otro que Shane, que así se titula la peli en su versión original.
Shane (Alan Ladd), apoyando a la familia Starret (Jean Arthur como madre, Van Helfin como padre y Brandon De Wilde como adorable infante) y a otras familias vecinas, planta cara al malhumorado y violento terrateniente que trata de robarles sus tierras. En esta lucha habrá extorsión, disparos, emboscadas, cobardes, más de un héroe y un solo sicario que huye de la ley (Jack Palance). Y es aquí donde Shane entra en acción, para asombro y admiración de todos.
Una historia lineal que toma relieve gracias a la maestría del director George Stevens y de su guionista A. B. Guthrie Jr., con un preciso manejo de las emociones y la tensión, a las que se suma la original perspectiva de un niño. Stevens enmarca esta cinta en una trilogía sobre la historia de los EE.UU., que le encumbró como uno de los grandes en la meca del cine. A “Raíces profundas” le precedió “Un lugar en el sol” (1951) y le siguió “Gigante” (1956), títulos también de muchos quilates.
El filme logró un Oscar a la mejor fotografía (Loyal Griggs) por las impresionantes escenas de Wyoming a todo Technicolor. Obtuvo además otras cinco nominaciones: dos de ellas por las logradas actuaciones de Brandon De Wilde y Jack Palance (el niño y el villano), así como por la dirección, el guion y la propia película. Mención especial merece la extraordinaria banda sonora de Victor Young: 100 % wéstern.
El largometraje alcanza casi las dos horas y sin embargo se hace corto. Para los enamorados del cine de vaqueros es un auténtico caramelo. Para los jóvenes que desconozcan la película puede ser un descubrimiento, además de encontrar en Shane uno de esos generosos y silenciosos héroes clásicos. Porque “Raíces profundas” perdura como un clásico. Y los clásicos, clásicos son.
Guillermo De Lara