En las fechas navideñas la factoría Disney, fiel a su cita anual en estas fechas, acaba de estrenar “Ralph rompe Internet”, secuela de uno de sus éxitos recientes (“Rompe Ralph”, 2012). Dirigida por Rich Moore y Phil Johnston, la película nos presenta a Rompe Ralph y Vanellope que salen de los recreativos y se adentran en el mundo inexplorado y emocionante de Internet. Nuestros protagonistas tendrán que arriesgarlo todo viajando por las redes en busca de una pieza de repuesto que salve Sugar Rush, el videojuego de Vanellope. Pero la pieza que los héroes de esta historia deben encontrar no es más que un “Mcguffin” al más puro estilo Hitchcock, porque lo que realmente está en juego es una serie de intereses muy cercanos e íntimos para el espectador: la inseguridad, la amistad y el rechazo.
Si Disney ha vuelto a lograr varios éxitos durante la última década (“Enredados”, “Frozen”, “Zootropolis” y “Vaiana”), tanto de taquilla como de crítica, es porque han sabido incorporar lo mejor de la compañía Pixar: un guión de calidad en una película para niños. “Ralph rompe Internet” es un filme más adulto de lo que aparenta y, quizá por eso, en algunos pasajes supera a su original. Cuanto más crecemos, parece advertir al espectador de cualquier edad, más inseguros nos sentimos y más juzgados por los demás. Una inseguridad que engendra el miedo a ser rechazados, a quedarnos solos, a no cumplir nuestros sueños por temor a las incertidumbres que nos deparará el futuro. Sentimientos que afectarán a quienes nos rodean, incluso a los que más nos quieren, pudiendo provocar a veces el deseo de dominarlos, los celos y el egoísmo.
Aprovechando la coyuntura y el ámbito en el que se desarrolla (Internet), la cinta crítica dos problemas muy graves que afectan actualmente a nuestra sociedad, como son el Ciberacoso y el bullying online. La responsabilidad de los adultos para resolver estas lacras es incuestionable. Los menores se enfrentan con frecuencia a este tipo de situaciones al usar las redes sociales, y necesitan un asesoramiento acertado. Será preciso ayudarles a entender que las críticas negativas o los comentarios desagradables que puedan recibir a través de estas vías de comunicación deben relativizarse, evitar sobredimensionarlos e intentar “dar la vuelta a la tortilla”: tratar entre todos de convertir Internet en una herramienta para hacer el bien y unir a las personas, y no para separarlas.
Juan Carlos Deán del Junco